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PILAR JIMÉNEZ HUERTAS, PREMIO SAN ALFONSO RODRÍGUEZ 2020 POR UNA VIDA DE SERVICIO DISCRETO A LOS DEMÁS

cartel san alfonso

La Diócesis de Segovia ha concedido el IV Premio San Alfonso Rodríguez a Dña. Pilar Jiménez Huertas (Pili). Este galardón fue instituido por la diócesis en 2017 con el objetivo de reconocer la labor callada de muchísimos fieles que han dedicado su tiempo y su cariño a los pequeños servicios cotidianos, en favor de la Iglesia y la sociedad segoviana, durante gran parte de su vida.

En nuestros días, hay muchos san Alfonsos Rodríguez entregados a una multitud de labores muy necesarias que pueden pasar desapercibidas. Una de estas personas ha sido Pilar Jiménez Huertas, madre de familia y feligresa de Palazuelos de Eresma y Tabanera del Monte. Desde joven, realizó todo tipo de labores sencillas y necesarias con un espíritu humilde y colaborador: catequesis de niños y jóvenes, animación de grupos parroquiales, atención al templo, convivencias, campañas solidarias, talleres… Una persona que nos ha dejado, legando una vida de entrega al servicio discreto a los demás, como nuestro santo segoviano.

El galardón se le entregará el próximo sábado 31 de octubre, precisamente el día en que celebramos a san Alfonso, a las cinco y media de la tarde (17.30h) en la iglesia del Seminario, guardando todas las medidas de seguridad. El acto vendrá precedido por un sencillo recital de música y lectura de textos de san Alfonso, san Juan de la Cruz y santa Teresa de Jesús, a cargo de D. Fernando Hidalgo y D. José Antonio Barbudo, y concluirá con el canto compartido del himno a San Alfonso Rodríguez.

San Alfonso Rodríguez es nuestro “santo de andar por casa”. Nacido en 1530 en el barrio de El Salvador de Segovia, fue un pequeño empresario de la entonces pujante industria pañera de la ciudad. Con casi cuarenta años, vio morir a toda su familia, mujer e hijos, y vio como la crisis económica de la época lo dejó arruinado. Dejó la ciudad, fue admitido en la Compañía de Jesús como hermano lego y se santificó trabajando otros cuarenta años como portero del colegio jesuita de Palma de Mallorca, atendiendo con prontitud y sencillez a los que llamaban a su puerta.