Secretariado de Medios

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Nos reunimos en torno al altar de Jesucristo para celebrar la eucaristía, el misterio pascual de Cristo, en sufragio por el alma del papa emérito Benedicto XVI que ha sido llamado por Dios a su presencia. Su fe y su vida santa nos permiten pensar que, no solo se ha encontrado con el juez definitivo de su vida, sino con el amigo y hermano que le ha ayudado a atravesar con confianza la oscura puerta de la muerte. Sus últimas palabras —«Jesús, te amo»— constituyen una hermosa profesión de fe e íntima declaración de un amor trasparente y absoluto a la persona de Cristo que ha sostenido su vida entera y su ministerio. ¿Cómo no recordar las palabras de Pedro en su triple confesión de amor: «Tú sabes que te amo»? La iglesia, todos nosotros, tenemos la certeza de que Benedicto XVI ha amado a Jesús con la generosidad y alegría de los santos. Hoy damos gracias a Dios por su vida y, confiados en la divina misericordia, rogamos por él para que contemple al Dios cara a cara, cuya inmensidad y belleza siempre le sobrecogieron, interpelaron e inspiraron páginas antológicas.

            Al ser elegido para la sede de Pedro, se definió a sí mismo como «un sencillo y humilde trabajador en la viña del Señor». Desde su ordenación sacerdotal hasta su muerte ha dado ejemplo de trabajador incansable al servicio de la iglesia. En las diversas tareas que ha realizado, como teólogo y profesor, perito del Concilio, escritor prolífico, arzobispo de Múnich y Frisingia, prefecto del Dicasterio de la fe y Vicario de Cristo, Benedicto XVI ha convertido su trabajo en una elocuente liturgia de alabanza a Dios. Educado en una familia del sólido catolicismo de su querida Baviera, seducido por la belleza de la casa de Dios, y en especial por la liturgia, se consagró desde su juventud al estudio de la Escritura, que ha sido para él —como ha dicho en repetidas ocasiones— la fuente inagotable e inspiradora de su investigación en los diversos campos de la teología. Su última y querida obra sobre Jesús de Nazaret muestra hasta qué punto su pasión por Cristo corría parejo con el atractivo que la Palabra de Dios ejercía sobre él. En cierto sentido, esta obra revela dónde tenía su corazón el Papa Ratzinger: en la persona de Cristo que colmaba todos sus anhelos y cuyo señorío, como Hijo de Dios y personaje histórico, defendió con vigor y claridad en la decisiva instrucción Dominus Iesus.

            La elección a la sede de Pedro, como sucesor de san Juan Pablo II, con quien compartió estrechamente el gobierno de la Iglesia, culminaba, no una carrera eclesiástica al estilo mundano, sino la carrera de la fe por la que luchó denodadamente con su investigación científica y desde su magisterio episcopal y papal. La fe era su obsesión de pastor, título éste que reivindicaba para sí mismo cuando se le preguntaba cómo se veía: «Yo diría —dice en sus últimas conversaciones— que he intentado ser ante todo un pastor. A ello le es inherente, por supuesto, el apasionado trato con la palabra de Dios, o sea, con lo que un profesor de teología debe hacer. Y a eso se añade el dar testimonio de la fe, el confesar la fe, el ser —en este sentido— un “confesor”. Los términos professor y confessor son filológicamente casi sinónimos, aunque la tarea va más en la línea de la confesión» (Últimas conversaciones, 285-286).

            Benedicto XVI ha confesado la fe, la ha defendido con valentía, la ha proclamado con autoridad y competencia, la ha vivido en primera persona como vocación en su búsqueda de la verdad con mayúscula que ilumina todos los aspectos de la vida ordinaria. El binomio fe y verdad, como el de fe y razón, o simplificando más, el de Dios y hombre, le ha conducido, guiado por la providencia divina, a lanzar el reto intelectual más urgente de nuestro tiempo: mostrar que la razón no se basta a sí misma si prescinde de la «purificación» que es tarea propia de la fe y de la misión de la Iglesia. «La Iglesia tiene el deber de ofrecer, mediante la purificación de la razón y la formación ética, su contribución específica, para que las exigencias de la justicia sean comprensibles y políticamente realizables» (cf. Deus charitas est 28).

           El esfuerzo intelectual y pastoral realizado por Benedicto XVI en este tiempo de la postmodernidad ha sido gigantesco. Su interés, como pastor de la iglesia universal, nacía del amor al hombre creado a imagen y semejanza de Dios (como enseña en su primera encíclica Deus charitas est) y de su profunda convicción de que la fe y la razón se hermanan siempre que el hombre se pregunta por la verdad de sí mismo y del cosmos, que culminan, en último término, en la pregunta sobre Dios. En estrecha colaboración con san Juan Pablo II ha planteado, con la competencia del teólogo y la convicción del creyente, que quien busca con sinceridad la verdad, busca a Dios y lo encuentra. Se explica, por tanto, que desde el inicio de su pontificado, Dios y la verdad ocuparan el centro de su magisterio. Las encíclicas sobre las virtudes cardinales son el signo más elocuente de que situar a Dios en el centro del debate intelectual es el mejor servicio que puede hacerse al hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, y llamado, por tanto, a reflejar en sí mismo su condición divina. Y, siendo un servicio al hombre, es también servicio a la sociedad.

            De diferentes maneras y en diversos ámbitos —eclesiales, políticos, universitarios y sociales—, Benedicto XVI, en cuanto cooperador de la Verdad y Vicario de Cristo, no ha cesado en su vocación de sentirse portador de la verdad que salva. Una verdad que ha sabido proponer sin imposiciones, en la apertura al debate intelectual, en el respeto a posiciones distintas a la de la fe católica, y en la humildad que define a quien se siente portador, y no dueño, de la verdad que le precede y le sustenta. Esto sólo puede hacerse desde la humildad propia del profeta y con la sabiduría del «maestro» que, en la línea de los Santos Padres y doctores de la iglesia, se sabe sometido, en la fe y en la adoración, a quien ha sido enviado para trasmitir el logos de Dios que nos conduce a él. ¡Qué bien podemos aplicar al Papa Benedicto las palabras del profeta Daniel!: «Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad» (Dn 12,3).

            Como todos los papas, también Benedicto ha gustado el cáliz de Cristo. El ministerio de Pedro no le ha ahorrado al papa Benedicto lo que es inherente a él: Ser testigo de la pasión de Cristo y convertirse en modelo del rebaño por las virtudes propias del Hijo de Dios, que hemos visto reflejadas en su persona. Su abandono a la Providencia, su convicción de que Dios guía a la iglesia, las decisiones tomadas para purificar a la iglesia en sus ministros y en sus miembros, y su renuncia a la sede de Pedro al reconocerse incapaz para el gobierno, solo se explican desde su convicción de que la Iglesia solo tiene un Señor, a quien todos los demás, también el Papa, servimos. El rebaño, dice la primera carta de Pedro, es de Dios que lo pone a nuestro cargo. Pero la primacía de Dios es absoluta, y solo quien lo entiende puede gobernar como siervo y no como déspota. Aquí estriba el fundamento de la santidad y heroicidad de las virtudes que, sin prejuzgar el juicio de la iglesia, podemos decir que hemos visto en Benedicto XVI. Así lo ha reconocido públicamente el papa Francisco.

            En su testamento espiritual nos ha dejado un mensaje sencillo y claro que proviene de las cartas apostólicas y del mismo Señor Jesús: «Lo digo ahora a todos los que en la Iglesia han sido confiados a mi servicio. ¡Manténganse firmes en la fe! ¡No se dejen confundir! […] Jesucristo es verdaderamente el Camino, la Verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo». Jesús encomendó a Pedro confirmar a sus hermanos en la fe. Esto es lo propio del sucesor de Pedro, lo carismático de su servicio a Cristo como Vicario suyo. Es un carisma que solo puede entenderse, como el resto de los carismas, desde la caridad, el amor a Dios y a los hombres. Cuando Jesús resucitado, junto al mar de Galilea, pregunta por tres veces sucesivas a Pedro si le ama, lo hace para que entienda que su oficio de gobernar la iglesia, de confirmar a sus hermanos en la verdadera fe, sólo podrá realizarlo desde el amor a su persona, ese amor que el Papa Benedicto profesó en su «Jesús, te quiero» antes de morir. Ahora, pedimos a Dios que quien fue elegido para ser testigo de la pasión de Cristo participe de la gloria que se le habrá revelado, cruzado el umbral de la muerte, y reciba la corona inmarcesible que Dios reserva a los santos pastores.

           Amado papa Benedicto. Del mismo modo que tú has dado gracias a cuantos te han ayudado a peregrinar hacia Dios, nosotros le damos gracias por ti, porque a través de la belleza y esplendor de la verdad has iluminado a la iglesia y nos has guiado siempre hacia Cristo, el Buen Pastor. A este Cristo, a quien tú llamas hermano y amigo, te confiamos como un fruto de la viña del Señor en la que has trabajado humildemente, con la gozosa certeza de que, como el grano de trigo que se sepulta en la tierra, dará abundante cosecha de vida eterna. Que la Virgen María, Reina de todos los santos, a quien amaste con ternura desde niño, te acoja en la gloria y te presente limpio de toda mancha a quien vive para siempre, Jesucristo, el Señor.  Amén.

Segovia, 4 de enero de 2023

Miércoles, 04 Enero 2023 12:32

REVISTA DIOCESANA ENERO 2023

DON CÉSAR MEDIOS05WEB

Como ya es habitual, previo al tiempo de Navidad, el Obispo de Segovia, monseñor César Franco, ha mantenido esta mañana un encuentro con los medios de comunicación en el que ha hecho balance de lo que ha sido este año 2022 en la Diócesis de la que es pastor.

            Don César ha recordado que este año comenzó con la visita «ad limina», que le llevó hasta Roma para visitar los diferentes Dicasterios y mantener un encuentro final con el Papa Francisco. Un inicio de año en el que Ángel Anaya tomó el relevo de Mariano Illana en la dirección de Cáritas, organización diocesana que inauguró su nueva sede en el Convento de las llamadas ‘juaninas’, lo que permite ayudar más «y mejor a todas las personas que vienen solicitando ayuda a Cáritas y a la Diócesis».

            Relacionado con esto se encuentra esa despedida a las comunidades de comunidades de vida consagrada. «Tristemente», se ha cerrado el monasterio de San Vicente el Real y «Segovia ha perdido una tradición centenaria», ha asegurado don César, para recordar que las cuatro hermanas se trasladaron a Madrid, donde él mismo las visitó recientemente. Asimismo, ha señalado la despedida de otra comunidad, las hermanas Carmelitas de la Caridad, conocidas como las ‘vedrunas’.

            En cuestión de patrimonio, el prelado ha resaltado el hallazgo de la firma de Salzillo en la talla de Francisco de Asís de la iglesia parroquial de Villacastín. Asimismo, ha puesto de relieve el convenio institucional con la Diputación Provincial de Segovia, en virtud del que se va manteniendo el patrimonio de la Diócesis. Y ha destacado también la reciente rehabilitación, por parte del Camino Neocatecumenal, de la iglesia de Fuentes de Carbonero el Mayor, un templo que «ha quedado precioso» y que recientemente ha podido visitar Kiko Argüello.

Clausuras, jóvenes y novedades

El Obispo de la Diócesis ha tildado de «éxito tremendo» el Año Jubilar Henarense clausurado el pasado mes de septiembre, así como la peregrinación de la Virgen de El Henar por los pueblos de la Comunidad de Villa y Tierra de Cuéllar, lo que quiere decir «que la Virgen mueve montañas y que la gente, cuando se trata de la Virgen, se mueve de manera impresionante». Y de una clausura a otra, porque este año también se cerró la fase diocesana del Sínodo.

            En el ámbito de la juventud ha querido resaltar «una experiencia para los jóvenes muy bonita», la de hacer juntos el Camino de Santiago para después compartir con jóvenes de toda Europa la Peregrinación Europea de Jóvenes que acogió la capital gallega. «Una especie de preparación» para la Jornada Mundial de la Juventud que acogerá Lisboa el próximo verano en la que ya se está trabajando desde los equipos de pastoral juvenil.

            Por otra parte, don César ha expuesto la creación de una Comisión de Sostenimiento, porque en ocasiones a la gente le cuesta entender cómo se sostiene la Iglesia, «con el fin de sensibilizar a la gente en cómo puede ayudar a la Iglesia». En este punto, el Obispo ha querido agradecer a los segovianos su ayuda y generosidad «tanto en los pueblos como en la capital». No obstante, ha recordado las dificultades y ha alabado el amplio abanico de posibilidades que existen ahora para colaborar, no solo con el «cepillo», sino también a través de donativos periódicos, domiciliaciones o bizum. Por otro lado, también ha remarcado la creación de una Comisión de Adecuación Pastoral a la realidad de la Diócesis que espera pueda dar frutos próximamente.

            Por último, monseñor Franco ha querido subrayar que el único seminarista mayor con el que cuenta la Diócesis, Alberto Janusz, ha sido instituido este año en los ministerios de Acólito y Lector, paso previo al diaconado y a la posterior Ordenación Sacerdotal lo que supone «una esperanza, aunque solo sea uno».

            Finalmente, don César ha manifestado que la Iglesia «quiere estar al lado de los segovianos y de la comunidad diocesana» acompañando a la gente «con esperanza y sentido de solidaridad» aunque a veces no se pueda llegar a todo por las limitaciones existentes. Sin embargo, ha querido parafrasear a D. Ricardo Blázquez para asegurar que «tenemos que saber administrar nuestra pobreza». «Segovia es una Diócesis pobre, dentro de las Diócesis de España, y administrar nuestra pobreza supone mucha esperanza, paciencia y confianza en la Divina Providencia», ha concluido el prelado.

Fin de una etapa

En su conversación posterior con los medios de comunicación, el Obispo de Segovia ha agradecido a los profesionales su trabajo y su respeto a las informaciones provenientes de la Iglesia.

DON CÉSAR MEDIOS01web

            Sobre la preceptiva renuncia como Obispo de Segovia que tendrá que presentar al Papa Francisco en un año —al cumplir los 75 años—, don César ha dicho tenerlo previsto y ha asegurado que «tenga o no tenga cargo, seguiré trabajando al servicio de la Iglesia y estaré disponible a lo que el Papa pueda pedirme».

            Tras comentar el pontificado del Papa Francisco, poner de relieve la importancia de los Celebradores de la Palabra en nuestra Diócesis y valorar el trabajo pastoral de los sacerdotes extradiocesanos ha asegurado que desde el Obispado cumplirá la ley de memoria histórica cuando así sea preceptivo y se le solicite, atendiendo a las especificidades de cada inmueble.

            Finalmente, ha asegurado que su deseo para los segovianos es que «vivan la Navidad como lo que realmente es y reciban al Dios que viene a vivir con nosotros a compartir nuestra vida y eso es lo más esperanzador que podemos esperar».

CARTEL TIERRA SANTA 2023 WEB

 

Después de dos años suspendida a causa de la pandemia, la Diócesis de Segovia retoma la peregrinación a Tierra Santa y a Jordania en marzo de 2023. Una nueva oportunidad de realizar este viaje que permite conocer y conectar con las raíces del Cristianismo. Los peregrinos pordrán visitar lugares tan emblemáticos como Belén y su Basílica de la Natividad; Ein Karem (lugar de nacimiento d san Juan Bautista y de la Visitación); renovar las promesas del Bautismo en el río Jordán, nadar en el mar Muerto; conocer los lugares más emblemáticos de la vida de Jesucristo y su madre, la Virgen María; y descubrir la impresionante ciudad de Petra y las maravillas de Jordania.

El precio por persona en habitación doble será de 2.520 euros en caso de que el grupo sea de 25/29 personas, o de 2.440 euros si el grupo contara con 30/42 particpantes. Además, habrá un suplemento por habitación individual de 680 euros. 

El viaje se realizará entre los días 8 y 17 de marzo de 2023 con los siguientes vuelos previstos: 08.MARZO.2023 • UX1301 MADRID-TEL AVIV • 08.45-14.20 para la ida y 17.MARZO.2023 • UX1302 TEL AVIV-MADRID • 16.05-20.20 para la vuelta.

Toda la información y la realización de las inscripciones corre a cargo de Pilar Rodríguez Amilburu, de VIAJES PERTUR – Peregrinaciones y Turismo Religioso. El contacto con Pilar puede realizarse a través del teléfono 915 516 404 o por correo electrónico en la dirección Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla. No obstante, la coordinación y el acompañamiento seguirá estando en manos de D. Ángel García Rivilla, responsable del Servicio Diocesano de Peregrinaciones. 

 

Puedes ver y descargar aquí el folleto con toda la información

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El 13 de diciembre de 1474 la infanta Isabel era proclamada Reina de Castilla en el atrio de la iglesia de San Miguel, afirmando su derecho a reinar no como consorte de un monarca, sino como legítima soberana.

Cuando se cumplen 548 años de este acontecimiento histórico, la iglesia será escenario para el concierto «Todos los bienes del mundo», organizado y patrocinado por la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte de la Junta de Castilla y León.

Un recital a cargo de Collegium Musicum Madrid, dirigido por Manuel Minguillón, cuyo libreto repasará diferentes obras del Cancionero musical de Segovia y otras obras de Juan del Encina, Luys Milan, Francisco de la Torre y Diego Ortiz.

san miguelweb

Este evento sirve también para celebrar la incoación del expediente de declaración de la iglesia de San Miguel como Bien de Interés Cultural, un proceso que se inició el pasado 24 de noviembre. Una vez iniciado el expediente, el templo ya goza de la protección que ampara a los BIC, un hecho de gran relevancia a tenor del legado patrimonial e histórico que atesora.

El concierto tendrá lugar el próximo martes 13 de diciembre a las 19.30 horas en la iglesia de San Miguel con entrada libre hasta completar aforo.

Collegium Musicum Madrid

Collegium Musicum Madrid se crea en 2013 con la idea de recuperar y difundir el patrimonio histórico musical de los siglos XVI, XVII y XVIII con criterios historicistas.

CONCIERTO WEB

El conjunto trabaja un amplio repertorio que abarca diferentes periodos estilísticos, desde renacimiento hasta el barroco con muy variadas formaciones, desde el dúo con grandes solistas como Carlos Mena, María Espada o Filippo Mineccia, hasta las producciones operísticas cómo L’Orfeo de Claudio Monteverdi en 2013, Dido & Aeneas e The Indian Queen de Henry Purcell en 2014 y Gli amori d’Apollo e di Daphne de Francesco Cavalli en 2015 o las Vísperas de Claudio Monteverdi en 2017 para inaugurar el Festival internacional de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid.

Las interpretaciones de Collegium Musicum Madrid parten siempre de las fuentes originales y utilizando las técnicas y criterios historicistas se presentan al público de una manera amena, cercana y comentada, lo que hacen de sus conciertos sean una experiencia integral a la par que divulgativa y cercana.

En la visita pastoral de Turégano he visitado a los niños que estudian Religión en el colegio. Ha sido un encuentro muy gratificante. La espontaneidad de los niños y su libertad para preguntar y exponer sus sentimientos me recordó el dicho de Jesús: de los que se hacen como niños es el reino de los cielos.

El encuentro reunió a pequeños y mayores, lo que me exigió adaptarme a todos. Salí como pude del apuro a base de dar la palabra a unos y otros para satisfacer sus curiosidades. Me agradó comprobar que, cada uno según su capacidad, estaban contentos con estudiar la Religión y demostraron que sabían, no sólo por el conocimiento de la vida de Cristo, sino porque me confesaron que la Religión les hacía ser mejores personas y buenos cristianos. La cara de la profesora de Religión estaba radiante de satisfacción. Incluso algunos de los mayores me plantearon preguntas de calado teológico: ¿De dónde viene el diablo? ¿Por qué Adán y Eva comieron la manzana? Les expliqué el origen del mal, la existencia de los ángeles, la prueba a que les sometió Dios y, naturalmente, la desobediencia de nuestros primeros padres, y la esencia del pecado como oposición a Dios. También les dije, como es obvio, que Cristo ha vencido el mal y que, si escuchamos su palabra y la acogemos en nuestro corazón, no debemos temer al diablo, pues lo venceremos. Como he dicho, fue una experiencia gratificante y una prueba más de que la Religión, cuando se explica bien —por padres, catequistas, profesores, sacerdotes— no solo aumenta el saber, sino que ayuda al crecimiento integral de la persona.

Los niños, además, están abiertos al conocimiento de todos los ámbitos de la vida humana. Son hombres en ciernes a los que hay que abrir el horizonte de la mente a la verdad sobre Dios, el mundo y el hombre. Es posible que muchas cosas de las que escuchan y estudian no las comprendan la primera vez, pero como decía Eugenio D´Ors, «estas cosas trabajan los dentros y llega un día en que el provecho se encuentra»; y añade esta sabia consideración: «la palabra espíritu te la he de repetir mucho. Y tú me preguntarás, tal vez, qué cosa sea. Tú no lo puedes saber de fijo, y creo que yo tampoco. Pero bien está que hablemos de ello siempre. Que, si nosotros no le entendemos, él, el espíritu, a nosotros si nos entiende, y nos da mejor disposición a entendernos los unos a los otros y, por consiguiente, a hacernos mejores».

Esta descripción del aprendizaje como un avanzar de lo desconocido e insondable hacia la posesión de la verdad no se puede realizar sin la apertura al espíritu que habita en el hombre, que nos permite comprender lo plenamente humano. En mi encuentro con los niños, yo no hablé apenas del espíritu, pero era consciente de que ellos sí estaban abiertos a él, quizás sin saberlo, porque su deseo de conocer, su curiosidad innata reflejaba la aspiración del hombre a llenar su espacio interior del conocimiento. No vivimos tiempos en que la palabra «espíritu» sea la más usada en el lenguaje ordinario. No digamos nada si del espíritu humano damos un salto al Espíritu de Dios. Entonces nos adentramos aún más en la espesura de un bosque casi impenetrable. Precisamente por eso, es una aventura aún más apasionante, pues, como dice san Pablo, el Espíritu de Dios «da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios» (Rom 8,16). ¿No es apasionante saber que Dios se dirige a nuestro espíritu para comunicarnos la verdad más inefable de la vida, la más confortadora y gozosa? En mi encuentro con los niños percibí que Dios les hablaba, se comunicaba con ellos, les reafirmaba sus intuiciones. Por eso, a ellos y a su profesora, desde aquí les doy las gracias.

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El segundo domingo de Adviento contiene una llamada poderosa a la conversión. Juan Bautista llama a la conversión con tonos severos y denuncia la actitud de quienes con apariencia de respetables son «raza de víboras» que esconden en su interior una radical oposición a Dios. El profeta les dice que el hacha está puesta en la raíz del árbol que, si no da buen fruto, será talado y echado al fuego. La fuerza de esta imagen, que anuncia la cercanía del Mesías, remite al núcleo de su predicación: el Reino de Dios está cerca. Los hombres son invitados a acoger al Mesías que trae la renovación del universo y del mismo hombre.

            El texto poético de Isaías, proclamado en este domingo, describe el nuevo orden que trae el Mesías, basado en la justicia y rectitud, en la paz que supera toda violencia y enfrentamiento. El tiempo mesiánico evoca la armonía del paraíso en la que el lobo y el cordero habitarán juntos, el leopardo se tumbará junto al cabrito, y el león, como el buey, comerá paja. El niño de pecho retozará junto al escondrijo de la serpiente y el recién destetado extenderá su mano hacia la madriguera del áspid. La expresividad de estas imágenes alcanza su clímax en la afirmación del profeta: «Nadie causará daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país del conocimiento del Señor, como las aguas colman el mar» (Is 11,9).

            Si comparamos este paisaje con el que nos ofrece el mundo actual, comprenderemos la necesidad que tenemos de la venida del Mesías de Dios. Y entendemos fácilmente la esperanza del Adviento y la urgencia de la conversión. Nuestro mundo, como el de cada época después de la expulsión del paraíso, se debate en una esperanza agónica. El siglo XX, con la experiencia de las dos guerras mundiales, situó la esperanza en el primer plano del pensamiento filosófico y teológico. La esperanza sacudió, como si fuera un latigazo de la predicación de Juan Bautista, a poetas, filósofos y teólogos con la pregunta existencial sobre Dios: ¿Es posible creer en Dios? ¿No es el hombre un lobo para el hombre? ¿Puede la humanidad tener esperanza en un mundo nuevo? Si hasta los que se llaman hijos de Abrahán son catalogados por Juan Bautista como «raza de víboras», ¿cómo esperar un mundo nuevo?

            Solo Dios puede realizar este cambio a condición de que el hombre se convierta a él. Dios puede sacar de las piedras hijos de Abrahán, ciertamente, pero su camino no pasa por gestos tan extraordinarios. La venida de Jesús en nuestra carne es el camino que ha utilizado para convertir el corazón del hombre. Jesús no aparece con un hacha en la mano para talar el árbol que no da fruto; tampoco se presenta con el bieldo para aventar la parva y echar la paja al fuego. Estas imágenes se refieren al juicio último de Dios al fin de la historia. La aparición de Jesús en la escena de los hombres es la del Mesías manso y humilde que busca al hombre para reconciliarlo con Dios y consigo mismo y convertirlo en un instrumento de su paz mesiánica. Con otras palabras: Dios quiere hacer de cada uno de nosotros un hombre nuevo según la imagen de su Hijo, de forma que en el mundo florezca la esperanza. Así, hasta que al final de la historia Dios establezca la justicia, el tiempo se convierte en un constante Adviento que nos permite mirar el horizonte con la certeza de que nuestro mundo posee ya en su misma entraña la salvación que nos ha traído Jesucristo cuya primera exigencia es la conversión del corazón. Solo la conversión, entendida como acogida de Dios y de su reino, nos lanza al futuro con la seguridad de que la esperanza, por trabajoso y paradójico que sea mantenerla viva, nunca defrauda porque Dios ha salido al encuentro del hombre (cf. Rom 5,5).

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Miércoles, 30 Noviembre 2022 11:13

REVISTA DIOCESANA DICIEMBRE 2022

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Jueves, 24 Noviembre 2022 12:01

EL SEÑOR NACE ENTRE COSTURAS EN EL SEMINARIO

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Un año más el claustro del Seminario Diocesano de Segovia se convierte en lugar de referencia en las visitas navideñas por acoger el belén monumental. La muestra de esta edición se suma a la de los tres pasados años (de temática monumental-ecológica, costumbrista y hebrea, respectivamente), cubriendo ya la totalidad del claustro con la recreación de tan entrañable acontecimiento navideño.

El belén de este año nos traslada hasta la segoviana localidad de Escalona del Prado de una manera especial: tejido a ganchillo. Y es que tres mujeres vecinas del pueblo iniciaron en tiempo de pandemia este proyecto que la Navidad pasada pudo contemplarse en la iglesia parroquial, siendo incluso distinguido con el primer premio en categoría artesanal del Concurso de Belenes de la Diputación Provincial de Segovia.

Desde Escalona llega a Segovia este belén bajo el título «Entre costuras nace el Señor» con un entorno y una ambientación completamente nueva para la ocasión. De hecho, se han tejido figuras nuevas para situarlas en el prado del que toma el nombre la localidad. Así, podremos diferenciar dos partes. En primer lugar, encontraremos la representación del pueblo con elementos emblemáticos como el Ayuntamiento, y la recreación de costumbres como el juego del chito, la brisca, el corro de la patata o los bolillos. Y, a continuación, encontraremos el propio misterio de la Navidad, con la Anunciación, el Nacimiento o el camino de los Reyes Magos.

Para finalizar, regresaremos a Escalona y sus costumbres con la procesión de la Virgen de la Cruz en la que la imagen mariana está acompañada del sacerdote, las monjas, los fieles y las mayordomas con sus rosquillas, todo ello amenizado por un grupo de paloteo.

Entre figuras y representaciones, una sorpresa, pues las propias creadoras del belén se han tejido a si mismas siendo entrevistadas por la televisión.

Novedades

El visitante que se acerque al claustro del Seminario podrá volver a contemplar los montajes de años anteriores, en los que se han incluido más de cincuenta nuevas figuras, entre las que destaca una representación de los desposorios de José y María. Así, a los autores ya presentes y de renombre como Mayo Lebrija, Montserrat Ribes, Olot o los Hermanos Cerrada, se unen ahora las creaciones de la belenista Ángela Cámara.

El próximo domingo 27 de noviembre, a las cinco de la tarde, tendrá lugar la inauguración del belén con una sencilla ceremonia de bendición. Desde entonces, quedará abierto hasta el próximo 8 de enero de 2023 con el siguiente horario de apertura: lunes a viernes de 17.30 a 20.30h; sábados, domingos y festivos de 12 a 14h y de 17.30 a 20.30h. A partir del 24 de diciembre el horario será de lunes a domingo de 12 a 14h y de 17.30 a 20.30h.

Los grupos que estén interesados en hacer una visita guiada pueden consultar la disponibilidad de fechas y ampliar información llamando al 921 460 963 o al 689 680 416.

El claustro del Seminario es una de las «paradas» de la ruta belenística establecida con motivo de la celebración del 60 Congreso de Belenes que tuvo lugar en Cuéllar. Así, tanto la villa como el Real Sitio de San Ildefonso albergan durante este periodo diversos y novedosos montajes para que los visitantes disfruten del misterio de la Navidad.

La lógica de la fe cristiana es apabullante. Todo cuadra en la relación de unos dogmas con otros. Nada queda descolgado en la urdimbre de la fe. No hay hilos sueltos. La razón de esta lógica reside en la verdad de Dios. Dios no puede mentir ni negarse a sí mismo. Cuando el prólogo de san Juan afirma que «el Verbo se hizo carne», dice de modo indirecto que la carne del hombre es capaz de Dios. De hecho, Dios había dispuesto desde toda la eternidad que su Hijo se encarnara y revelara la verdad sobre Dios, sobre el cosmos y sobre el hombre con su sola presencia en este mundo.

«Caro cardo salutis», decía Tertuliano. La carne se ha convertido en el quicio de la salvación. Por eso su Palabra, como indica el mismo término hebreo dabar que puede traducirse por palabra y por acción, es al mismo tiempo algo que acontece.

            En el Evangelio de este domingo se narra un diálogo de Jesús con los saduceos, grupo religioso que negaba la resurrección de la carne. Plantean a Jesús un caso rebuscado de una mujer que se queda viuda sin descendencia. Conforme a la ley del levirato, la viuda debía casarse con el hermano de su difunto esposo, que tenía seis hermanos.  Uno tras otro muere sin dar descendencia a la mujer. Como los siete habían estado casados con ella, preguntan a Jesús a quién de ellos pertenecerá la mujer cuando llegue la resurrección de los muertos. También hoy hay muchos cristianos que tienen una idea de la resurrección poco acorde con la fe cristiana: desde quienes la niegan directamente con el argumento de que ya en la muerte resucitamos, hasta quienes consideran la vida eterna como una prolongación de esta, aunque sin fin (¿con sus excesos y deficiencias?).

            Según el Evangelio de hoy, Jesús aprovechó la ocasión para hacer una catequesis sobre el significado de la resurrección y sobre la vida más allá de la muerte, que no puede entenderse desde categorías meramente terrenas. Afirma, sobre todo, que los muertos resucitarán porque Dios no es un Dios de muertos sino de vivos, como lo indica el calificativo que los judíos daban a Dios: Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob. Al mencionar a los patriarcas, que, para la fe judía, ya vivían en Dios, Jesús concluye que Dios no es un dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos están vivos.

            Cuando algunos cristianos de Corinto negaron la resurrección de los muertos, san Pablo argumentó de una manera muy sencilla: si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó, y si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe. Ahora bien, si Cristo ha resucitado al tercer día de su muerte, es obvio que, por resurrección, solo puede entenderse la de su carne, la que asumió en la encarnación. La resurrección supone la encarnación. El modelo de nuestra resurrección solo puede ser la suya. En otra ocasión san Pablo dice que hemos resucitado con Cristo en el bautismo. Lo que de forma sacramental comenzó en el bautismo llegará a su plenitud al fin de la historia cuando resucitemos. Entonces, nuestra carne será trasformada según el modelo de la carne gloriosa de Cristo. Esta es la lógica coherente de la fe. La carne, como decía Tertuliano, se ha convertido en el quicio de la salvación.

En cuanto a cómo será la vida de los resucitados, debemos dominar la fantasía para evitar las trampas absurdas de los saduceos. Una cosa es segura: será vivir en la plenitud de lo humano conforme al plan de Dios trazado para su Hijo. Si Dios nos ha creado para la felicidad eterna, y ha querido que su Hijo compartiera nuestra carne, es lógico deducir que lo previsto para nosotros supera lo que la imaginación pueda barruntar. Nada de lo humano se perderá, sino que alcanzará la plenitud de lo divino.

 

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