Secretariado de Medios

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La liturgia de este domingo nos presenta dos escenas de hospitalidad, tan característica del pueblo judío y, en general, de la cultura semita. Abraham acoge en su tienda de nómada a tres hombres que, según el texto bíblico, son imagen del Dios que se aparece al patriarca. La tradición ha visto en ellos un símbolo de la Trinidad, representada bajo la figura de tres ángeles sentados en torno a una mesa. Abraham les prepara un banquete y ellos, en correspondencia, le prometen que su anciana mujer dará a luz un hijo al cabo de un año, que será el hijo de la promesa, Isaac.

En el Evangelio, Jesús es recibido en casa de dos hermanas Marta y María, hermanas de Lázaro, que también le obsequian con un banquete. Durante su preparación, Marta se queja a Jesús de que su hermana no le ayuda en la preparación de la mesa, pues María, sentada a los pies del Maestro, prefiere escuchar su palabra. Ante su queja, Jesús le dice: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada por muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la mejor parte».

Estos dos relatos no son estrictamente paralelos pero su afinidad temática es clara. La visita de Dios y de su Hijo es el dato fundamental de las narraciones. En uno y otro caso, Dios entra en la vida de los hombres como un peregrino que es acogido con generosa hospitalidad. En el caso de Abraham, Dios bendice la acogida con el milagroso nacimiento del hijo de una anciana madre. De hecho, Sara, mujer de Abraham, que escucha detrás de la cortina de la entrada a la tienda el anuncio de su maternidad, se ríe y provoca una simpática escena que tiene por objeto la risa de Sara. En el caso de Jesús, este defiende a María porque ha escogido la mejor parte de su visita: escuchar sus palabras como un discípulo hace a los pies del maestro. Según Jesús, no solo es la mejor parte, sino lo único necesario.

            La entrada de Dios en la vida de los hombres es siempre sorprendente. Su visita es fuente de gracia abundante, que no todos los destinatarios aprecian de igual modo. Sara no da crédito a la promesa de su futura maternidad. Marta, afanada en preparar la mesa, se queja de que su hermana no le presta ayuda porque esta reconoce que la palabra de Jesús es mejor que el alimento cotidiano. De esta escena se han sacado lecciones sobre la vida contemplativa y la activa, pero es más sencillo el mensaje que da Jesús: El hombre debe discernir qué es lo necesario para vivir y cuál es la mejor parte de lo que Dios ofrece.

Abraham y María han entendido qué significa la visita de Dios. De hecho, ambos son personajes que personifican actitudes religiosas, que podrían calificarse como disponibilidad obediente. Desde su salida de Ur de Caldea, Abraham obedeció a Dios con total sumisión. María es presentada en el Evangelio como discípula fiel que acoge sus palabras a ejemplo de tantos otros personajes bíblicos.

Estas actitudes escasean en los hombres de hoy. La falta de interioridad, la prioridad dada a lo inmediato y efímero, como ha señalado el Papa Francisco, nos incapacita en gran medida para reconocer que Dios nos visita con frecuencia y quiere hospedarse en nuestra morada interior. Pero nos halla escépticos como Sara o arrastrados, como Marta, por el vértigo de la vida ordinaria que nos trae y lleva sin sosiego para discernir lo único necesario y la mejor parte de la vida. Dios se ha convertido en el visitante desapercibido que no suscita interés porque sin duda esperamos algo espectacular más allá de lo cotidiano. En realidad, aunque todos deseemos que Dios sea cercano a nuestra vida y necesidades, cuando pasa a nuestro lado, nos parece poco divino que se muestre como huésped.

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Viernes, 01 Julio 2022 08:32

REVISTA DIOCESANA JULIO-AGOSTO 2022

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Después de aplazar en tres ocasiones a causa de la pandemia la Visita Pastoral a los arciprestazgos de Fuentepelayo y Coca-Santa María, hemos podido realizarla durante este curso pastoral. El Obispo, como pastor de la Diócesis, debe visitar sus comunidades para confirmarlas en la fe y alentarlas en su camino hacia el Padre. Es una ocasión óptima para conocer de cerca al pueblo cristiano. A su vez, las comunidades confirman al obispo en su ministerio, pues, como dice una oración de la liturgia, el progreso de los fieles es la alegría del pastor. He de decir que, en general, me he sentido acogido y edificado por el pueblo fiel y sencillo que conforma la vida de las parroquias a pesar del secularismo y la increencia actual. Doy gracias a Dios que me ha permitido constatar que la fe está viva, aunque los creyentes disminuyan.

            En algunos pueblos, la gente se ha sorprendido de que el Obispo les visitara siendo tan pocos. O que me acercara a confirmar a dos o tres adolescentes. Siempre digo que si esos pocos, o dos o tres adolescentes, son dignos de ser visitados y confirmados es porque Cristo ha dado la vida por ellos y tienen el valor de su sangre. La Iglesia se construye siempre con la fidelidad y el amor. El pueblo cristiano disminuye en número. Es verdad. Este hecho, sin embargo, no significa que disminuya en calidad e intensidad. Admiro a los mayores, algunos casi centenarios, que participan de la Eucaristía con admirable fidelidad; y me impresionan las lágrimas de quienes, por estar enfermos o impedidos, no pueden participar en la Eucaristía presencialmente, como he comprobado en la visita a sus domicilios. En alguna parroquia he quedado impactado por el cuidado de la liturgia, hecho con esmero y auténtica piedad. No todas las parroquias tienen coros, pero no han faltado los cantos para vivir la liturgia como auténtica fiesta.

            En las asambleas que he celebrado, se me ha interpelado sobre el futuro de las comunidades y del patrimonio de la Iglesia. Saben que hay escasez de vocaciones, carencia de sacerdotes, y también de recursos económicos para mantener tantos templos. Ante esta perspectiva de futuro nada esperanzadora, siempre respondo que la fe pervivirá en la medida en que los cristianos comprendan que es su mejor tesoro. Allí donde hay un cristiano de verdad subsiste la Iglesia de Cristo. Y esa presencia de Cristo vivo en los creyentes disipa cualquier duda sobre le pervivencia de la fe, como sabemos por la historia de la Iglesia. Hace poco tiempo el Papa Francisco, citando a Benedicto XVI, decía que el cristianismo del futuro será, al menos en Europa, más minoritario. Esas minorías, sin embargo, si viven intensamente la fe, serán esperanza de futuro y, bajo el poder del Espíritu, se convertirán en el nuevo «resto de Israel», o, como dice Jesús en el «pequeño rebaño» llamado a renovar el mundo.

            Como Obispo de Segovia, quiero dar gracias a Dios por todas y cada de las comunidades que he tenido el honor de visitar y conocer más profundamente. Son el pueblo fiel, libre de ideologías y planteamientos sofisticados, que viven su adhesión a Cristo y su pertenencia a la Iglesia con la clara conciencia de que Dios los ama y nunca los abandona a pesar de las dificultades. Doy gracias a Dios por todos los que aportan lo mejor de sí mismos a sus parroquias y las edifican con el testimonio diario de su entrega. No todo es perfecto, ciertamente. Dios cuenta con nuestra fragilidad y pecado. Pero no hay nada más hermoso que ver a un pueblo cristiano confiado en la presencia del Espíritu. Un pueblo que sabe trasformar su pobreza en riqueza para otros; su fragilidad en fortaleza; su pequeñez, en confianza en Dios.

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EXPO2

 

Nos encontramos en camino SINODAL, por este motivo la Delegación de Enseñanza ha elegido para este curso escolar 2021-22, como tema del concurso de dibujo “Caminamos en la Iglesia con Jesús”. Consideramos que ha sido una experiencia gratificante la de poder dar la oportunidad a los niños de expresar qué saben ellos de la Iglesia, cómo la sienten, a la vez de dar la oportunidad de crecer en la conciencia y el gozo de que forman, por el bautismo, parte de una gran familia, y que, como en toda familia, todos los miembros son importantes.

Por medio de su dibujos, han expresado cómo se sienten dentro de ella (feliz, triste, confiado, cansado, alegre, ilusionado, fastidiado...), y con sus explicaciones indicadas en la parte posterior han manifestado qué le pedirían a su familia, a su sacerdote, a su catequista o a su profesor de Religión para acercarse más a Jesús.

Los objetivos que desde la Delegación se han marcado han sido:

  1. Informar a nuestros niños y niñas que vamos a celebrar en la Iglesia un sínodo y la importancia que esto tiene.
  2. Enseñar qué significa Sinodalidad- Sínodo.
  3. Favorecer la creatividad y participación de los alumnos, en este momento de gracia para la Iglesia, según la realidad de su edad

Han participado los alumnos/as de Religión de colegios públicos de Segovia capital y provincia. Se han recibido más de mil dibujos, procedentes de los alumnos de edades comprendidas entre 3 y 12 años, alumnos de Infantil y Primaria.

El martes 21 de junio el Obispo de la Diócesis, D. César Franco Martínez, hizo entrega a los premiados, que citamos a continuación:

INFANTIL

1º PREMIO: Ainara 5 AÑOS, de CEIP “El mirador de la sierra”- Marugán

PRIMER PREMIO INFANTIL

2 PREMIO: Clara Valderrabano Martín 4 AÑOS, de CEIP “Marqués de Lozoya”- Torrecaballeros

SEGUNDO PREMIO INFANTIL

 

PRIMER CICLO (1º Y 2º PRIMARIA)

1º PREMIO, Adrián Arranz Leonor 2ºP, CEIP “Atalaya”- Palazuelos de Eresma

PRIMER PREMIO PRIMER CICLO

2 PREMIO, Adrián León Allas 2ºP, CEIP “Arcipreste de Hita” -El Espinar

SEGUNDO PREMIO PRIMER CICLO

 

SEGUNDO CICLO (3º Y 4º PRIMARIA)

1º PREMIO, Jorge del Barrio Amo 3ºP, CRA “El Encinar”- Otero de Herreros

PRIMER PREMIO SEGUNDO CICLO

2 PREMIO, Asier Pascual Santos 3ºP, CRA “El Pinar”-Navas de oro

SEGUNDO PREMIO SEGUNDO CICLO

 

TERCER CICLO (5º Y 6º PRIMARIA)

1º PREMIO, Saray María 6ºP, CEIP Arcipreste de Hita –El Espinar

PRIMER PREMIO TERCER CICLO

2 PREMIO, Paula Segovia Roldán 5ºP, CEIP El Peñascal

SEGUNDO PREMIO TERCER CICLO

 

Desde la Delegación diocesana agradecen a los profesores de Religión su labor docente y a todos los alumnos su participación y les animan a que sigan dibujando  no solo en papel, sino también con su vida, proclamando con ello la belleza del Evangelio de Jesús.

Es frecuente entre los cristianos que al escuchar la palabra «vocación» pensemos de inmediato en la llamada especial al sacerdocio, a las misiones o a la vida consagrada. Pocos piensan en la vida como vocación, o en la vocación a vivir, que es la primera de todas las vocaciones. La palabra «vocación» viene del latín vocare, que significa llamar. Dios llama al hombre cuando inicia su existencia en el seno materno. Es la primera y fundamental vocación: la llamada a la vida. Vivir con pleno sentido significa que el tiempo en este mundo es una gracia de Dios para desarrollar nuestra condición de personas. Todo hombre, sin excepción, es vocación. Y, al mismo tiempo, es misión porque no se concibe que Dios llame a alguien sin otorgarle una misión específica. Así lo dice el Papa Francisco: «Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo. Hay que reconocerse a sí mismo como marcado a fuego por esa misión de iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar. Allí aparece la enfermera de alma, el docente de alma, el político de alma, esos que han decidido a fondo ser con los demás y para los demás. Pero si uno separa la tarea por una parte y la propia privacidad por otra, todo se vuelve gris y estará permanentemente buscando reconocimientos o defendiendo sus propias necesidades» (EG 273).

            Vivir con esta intensidad del alma es la vocación que todo hombre y mujer recibe por el hecho de ser creado. Ese es nuestro destino. Con el bautismo, además, la vocación recibe un carácter cristológico: se trata de vivir en Cristo, como dice san Pablo. Esto configura la vida del bautizado de forma plena y total. Ser en Cristo y vivir en Cristo es la vocación del bautizado, que se convierte en testigo del Evangelio y de la vida nueva de la resurrección. A esto llamamos vocación laical (que viene de la palabra griega laos, pueblo), o secular (de seculum, siglo o mundo). En cuanto miembro del pueblo de Dios, el Papa dice: «La misión en el corazón del pueblo no es una parte de mi vida, o un adorno que me puedo quitar; no es un apéndice o un momento más de la existencia. Es algo que yo no puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme» (EG 273). Por lo que toca a vivir en el mundo, es obvio que sería una alienación desentenderse de él y de las tareas temporales que, como seglares, los cristianos deben realizar sin separar la vocación cristiana de la vida pública. 

            En este domingo, leemos relatos de vocación de personas que son escogidas para una radical entrega a Dios. El profeta Eliseo, discípulo de Elías, recibe la misión de continuar su tarea. En el Evangelio, varias personas se acercan a Jesús para seguirle con entrega total (cf. Lc 9,57-62). Las condiciones que pone Jesús pueden parecer exageradas, pero indican que, para seguirle, no basta sólo la propia voluntad, sino aceptar que es Cristo quien llama y elige a los quiere, no por sus méritos, sino por la elección del quien puede poner condiciones por ser Hijo de Dios. «No me habéis elegido a mí, dice Jesús, soy yo quien os he elegido». Hay que tener en cuenta que, si Jesús puede poner condiciones para el seguimiento radical, es porque también ofrece lo que ningún ser humano puede dar: la vida eterna. Si olvidamos esto, ni la vocación laical, ni la sacerdotal ni la de la vida consagrada tendrían pleno sentido. Dios, al crearnos, nos ha dado la libertad para aceptar o no su llamada, pero, si Dios es Dios y no puede dejar de serlo, es él quien pone las condiciones cuando llama. En este sentido no hay vocaciones de primera, de segunda o tercera categoría, porque quien reconoce la existencia de Dios, acepta su soberanía y entiende que la libertad consiste en amarle sobre todas las cosas.

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ENTREGA PREMIOS

En la víspera de la fiesta del Corpus, el pasado sábado 18 de junio se celebró el acto de entrega de premios del segundo concurso de fotografía organizado por la Diócesis de Segovia, con motivo de la celebración del «Tiempo de la Creación» en honor de la aparición de la encíclica «Laudato Si». Junto a ello, el equipo de seguimiento de este concurso ha celebrado durante los primeros martes de mes de todo el curso un acto de contemplación de la creación desde la oración, en la iglesia de la Adoración de Segovia.

El Obispo de Segovia, Excmo. D. César Franco, fue el encargado de hacer entrega de los reconocimientos a los ganadores, un acto que tuvo lugar en el recinto del Obispado, frente a la bella estampa de la huerta del Seminario. Los premios han recaído en:

 

Categoría infantil: Gema Chinea por «Ondas en la charca con mi prima»

FOTOS INFANTIL

 

Categoría juvenil: Esteban Calvo por «Del suelo al cielo»

FOTOS JUVENIL

 

Categoría adulta: Juan Misis por «Nubes y ondas»

FOTOS ADULTO

 

Las fotografías premiadas, junto con las demás presentadas a concurso, formarán parte de una exposición que se inaugurará en la Sala de las Caballerizas del Torreón de Lozoya el día 1 de julio, y que se podrá visitar hasta el día 31 del mismo mes.

La contemplación de las fotografías presentadas y premiadas nos recuerda, juntamente con «Laudato Si», que la Creación está por encima de la evolución: ondas, charca, prima, suelo, cielo, agua y nubes nos hablan de la naturaleza y de la humanidad creada. Personas, seres vivientes y seres inertes, forman un conjunto interrelacionado que nos habla del Dios de la Vida y de la sabiduría creativa del hombre. Esta belleza es digna de contemplación.

La exposición de las obras del concurso nos enseña a ver detrás de las imágenes la grandeza del agua y del cielo, el ingenio del ser humano, la belleza del entramado de colores. Especialmente, aprenderemos a respetar todo lo creado.

 

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El domingo 19 de junio Segovia recuperará la celebración de la Solemnidad del Corpus Christi. Una fiesta que, tras dos años de pandemia, recobrará todo su esplendor, como así lo han corroborado don Ángel García Rivilla, deán de la Catedral, y David Santamera, miembro de la comisión organizadora de la celebración de esta solemnidad.

            En primer lugar, el deán de la Catedral ha subrayado el anhelo de poder celebrar este acontecimiento religioso de singular relieve. Una solemnidad que se celebra en una Iglesia pequeña y modesta, con una Eucaristía que se prepara con mucho detalle y en la que se da un especial protagonismo a los niños de Comunión; presidida por el Obispo, «padre y pastor de la Diócesis en la iglesia madre, que es la Catedral».

            A renglón seguido, don Ángel ha detallado que la carroza se reformó hace dos años, precisamente el año de la pandemia, cuando tocaba que saliera en procesión pero, al final, no pudo ser. Una carroza que tiene dos partes, el propio carro en madera que data de 1740 y el ostensorio, de 1540, que entonces salía en andas.

             Finalmente, García Rivilla ha querido resumir esta solemnidad en tres palabras: adorar, alabar y agradecer. «Un día para adorar a Jesús, presente en la Eucaristía; alabar con nuestros cantos; y dar gracias a Dios por tantas cosas que tenemos a nuestro alrededor», ha concluido.

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Procesión

 Por su parte, David Santamera ha iniciado su intervención agradeciendo a don César su intención desde 2018 de impulsar esta festividad y que el Corpus en Segovia vuelva a ser lo que fue en su momento. Este año el recorrido volverá a ser el mismo que se hiciera en 2019, con la intención de dar un mayor sentido religioso a la procesión y que los lugares por los que se transite tengan una importancia.

            Así, se han establecido cuatro altares en San Miguel, la iglesia del Seminario diocesano —donde los niños de Comunión de las Madres Concepcionistas harán una interpretación musical—, la iglesia de San Martín y el convento del Corpus Christi —con protagonismo musical de las hermanas Clarisas—. Una tradición esta de los altares que viene del siglo XVII de influencia alemana, basada en los puntos cardinales.

            Santamera ha querido resaltar que la procesión dará comienzo con la carroza saliendo de la catedral, acompañada de los niños de Comunión, sus padres y catequistas, para dar mayor solemnidad. Un cortejo que comenzará con la presencia del grupo a caballo, las cruces y banderas de la Catedral la banda de Santa Eulalia. En esta procesión estarán también presentes las cofradías penitenciales y eucarísticas.

            Desde 2019 se incluyó también la presencia de Cáritas Diocesana, con un papel importante ya que el día del Corpus se celebra el Día de la Caridad. De hecho, como ha recordado David, son ellos los que cortan y esparcen por las calles el cantueso tan típico de esta festividad. Con presencia también de las Órdenes de caballeros y damas que fomentan la caridad, así como de los alumnos de la Academia de Artillería, que escoltarán la custodia del Santísimo.

            Finalmente, David ha invitado a los residentes de las zonas por las que pase la procesión a engalanar los balcones, así como a las mujeres que quieran participar de la procesión con mantilla española a que así lo hagan. Para concluir recordando a los participantes que lo hagan con la mayor dignidad y decoro, pues esta es la más importante de todas las procesiones ya que al que acompañamos pro las calles es al Santísimo sacramentado.

 

Consulta y descarga el tríptico informativo con los horarios y el recorrido de la procesión del Corpus Christi

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La solemnidad del Corpus Christi centra la atención en el Sacramento de la Eucaristía, que es fuente y culmen de toda la vida cristiana. La Eucaristía es el mismo Cristo anonadado bajo las especies sacramentales del pan y del vino. El Hijo de Dios no solo quiso participar de nuestra carne y sangre (cf. Heb 2,14), sino que ha querido hacerse alimento de vida eterna para los hombres. La Eucaristía es comida y bebida de inmortalidad.

El pueblo de Israel esperaba, en tiempo de Jesús, la llegada de un mesías y sacerdote que fuese el cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento. Leví era la tribu sacerdotal de la que, según la ley de Moisés, salían los ministros del templo. En la liturgia de hoy se habla de otro sacerdocio, distinto del levítico, personificado en la figura de Melquisedec, que ha pasado a la historia como tipo de Cristo porque, según el libro del Génesis, ofreció pan y vino como sacerdote del Dios Altísimo (cf. Gn 14,18). Se explica, pues, que en la carta a los Hebreos, su autor presente a Jesús, no como sacerdote de la tribu de Leví, a la que no pertenecía, sino según el orden de Melquisedec.

En la Última Cena con sus apóstoles Jesús ofrece su Cuerpo y Sangre en el pan y el vino que consagra de modo definitivo para la Iglesia a través del ministerio de sus ministros a quienes dice con toda claridad: «Haced esto en conmemoración mía». El primer documento que recoge esta tradición es la primera carta de san Pablo a los Corintios, escrita a mediados de los años cincuenta d.C. Hoy leemos su relato de la institución de la Eucaristía, cuya tradición, según el apóstol, se remonta al Señor. No hay duda de que la fe de la Iglesia en la Eucaristía está expresada en este magnífico texto que resume los contenidos fundamentales de la fe en la presencia eucarística de Cristo en el pan y el vino consagrados.

En la Eucaristía, Cristo permanece con nosotros para siempre. En ella tenemos la certeza de que nos acompaña en esta vida de peregrinos como alimento sustancial que, después de la muerte, nos introducirá en la vida eterna. No cabe mayor tesoro ni consuelo para los mortales. Se explica, por tanto, que la Iglesia desde sus orígenes preservara a la Eucaristía de toda profanación, como muestra el texto citado de san Pablo a los Corintios, a quienes acusa de celebrar indignamente la Eucaristía haciéndose reos del Cuerpo y la Sangre del Señor. En su exhortación, el apóstol hace referencia a algunos comportamientos que humillaban a los pobres en el ágape que precedía o seguía a la liturgia eucarística. Posiblemente se trataba de ostentación por parte de quienes poseían más comida frente a quienes apenas tenían lo necesario. La postura de san Pablo es clara: «Si uno tiene hambre que coma en casa, a fin de que no os reunáis para condena» (1 Cor 11,34). La Eucaristía no podía convertirse en ocasión para la división y el desprecio de los pobres.

Esta relación entre Eucaristía y caridad, que es distintiva de la Iglesia desde sus orígenes, tiene una profunda razón teológica y litúrgica: el Hijo de Dios se ha hecho pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza. Comulgar en la cena del Señor es incompatible con actitudes de olvido, desprecio y humillación de los pobres. El amor a la Eucaristía se hace patente en la caridad con los más necesitados. De otra forma, la Eucaristía se convertiría, como dice el apóstol, en motivo de condena para quien no la honra con los deberes de la caridad. Hoy es el día de Cáritas que bebe de la fuente de la Eucaristía. Adorar a Cristo en la eucaristía nos debe conducir a venerar a Cristo en los pobres compartiendo con ellos vida y bienes.

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Cartel Semana de la Caridad

 

Con motivo de la celebración de la Semana del Corpus y el Día de la Caridad bajo el lema «Somos lo que damos. Somos amor», Cáritas Diocesana de Segovia ha presentado las propuestas para conmemorar esta fiesta junto con la Memoria de Actividades de la entidad durante 2021. caritas jesús

            El consiliario de Cáritas Diocesana, Jesús Riaza, ha querido destacar que la caridad es una forma de vida y de entender la relación con los demás, «no es una moda, como pudiera parecer, forma parte del alma de la Iglesia», ha subrayado. Asimismo, recordando que celebramos el 75 aniversario de Cáritas, ha querido remarcar que la caridad ha sido un pilar fundamental del cristianismo desde el su comienzo. Por eso, «en estos tiempos en los que vemos tantas desigualdades, apostamos por la caridad, la solidaridad, la igualdad y la justicia» actuando con cinco actitudes: mirar con ternura, escuchar con paciencia, cuidar la fragilidad, compartir con generosidad y denunciar la incoherencia que genera injusticia. «No debemos olvidar que estamos compartimos un destino común en el que la relación de fraternidad, justicia e igualdad sustenta los pilares de nuestra sociedad», ha concluido. 

Memoria de Actividades 2021

Por su parte, Belén Palomar, técnico de Cáritas Diocesana de Segovia, ha detallado la Memoria de Actividades de 2021 en la que «se refleja la esencia de Cáritas: el amor a los más débiles y la construcción de una sociedad más humana y justa». Una acción que surge como respuesta a la necesidad de cambiar la injusta situación que afecta a los más vulnerables.caritas belén

            En 2021 se desarrollaron muchos procesos de acompañamiento «a través de todas las estrategias posibles que nos hacen llegar a poder atender mejor a las personas», ha dicho Belén, para añadir que el objetivo es ajustar la acción a las personas y sus contextos. Así, en este año 2021 los pilares fundamentales de la acción de Cáritas Diocesana fueron el derecho a la alimentación y al vestido con la iniciativa de las tarjetas monedero; y la prevención y el acompañamiento a la soledad no deseada a través del Programa de Mayores con el proyecto «Una tablet contra la soledad».

No obstante, la línea de trabajo con personas en situación administrativa irregular ha continuado, puesto que «la sociedad lo invisibiliza, pero hay muchas personas en esta situación».

Igualmente, el Programa de Formación y Empleo ha sido otra gran apuesta puesto que la inestabilidad laboral sigue siendo una lacra, intensificando asimismo los esfuerzos en la atención a personas sin hogar.

En cifras

A lo largo de 2021, más de 2.400 personas acudieron a Cáritas en busca de asistencia, llegando a superar los 2.800 beneficiaros en los que ha repercutido la ayuda solicitada por el participante. Cifras que se traducen en casi 19.000 respuestas que han alcanzado a 2.147 hogares gracias al trabajo de los 263 voluntarios de la entidad, que trabajan codo a codo con los empleados.

            Con respecto al año anterior, apenas hay variación en cuanto al número de personas atendidas, siendo más intenso el trabajo en el área de Acogida y Atención Primaria, así como en el Programa de Empleo puesto que la situación de crisis, y su impacto en las familias, se ha mantenido.

            Familias monoparentales, jóvenes que acceden tarde al trabajo y cuando lo hacen es en situación precaria y personas en situación administrativa irregular son los que más solicitan la asistencia de Cáritas Diocesana de Segovia.

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Semana del Corpus

Finalmente, el director de Cáritas Diocesana de Segovia, Ángel Anaya, ha detallado las actividades previstas para la Semana del Corpus, que culminará con la Solemnidad del 19 de junio.

Las actividades comenzarán con el concierto de la coral polifónica «Amadeus», en Navas de San Antonio, este sábado a las 18 horas a beneficio de las familias desplazadas por la crisis humanitaria en Ucrania.

            Una semana en la que la iglesia de San Clemente acogerá la exposición «Un mundo en movimiento» sobre las realidades migratorias. Por otra parte, el martes 14 de junio la Casa de Espiritualidad acogerá la proyección y el posterior coloquio del documental «En otra casa», que aborda el cuidado familiar y la supervivencia. Ya el miércoles 15 tendrá lugar el concierto de «Arezzo» a las ocho de la tarde a beneficio de Cáritas Ucrania.

            El jueves 16, día del Corpus Christi, la iglesia de San Clemente acogerá la Eucaristía para festejar esta solemnidad, a las once de la mañana presidida por don César. Finalmente, la Semana del Corpus culminará el domingo 19 con la solemne Eucaristía en la Catedral, y la posterior procesión con la custodia en la que participará activamente Cáritas Diocesana de Segovia, puesto que es el Día de la Caridad.

El misterio de la Santísima Trinidad que celebramos este domingo es para muchos cristianos una cuestión de debate teológico sin conexión con la vida diaria. Jesús, sin embargo, le dio gran importancia al hablar del Padre, de sí mismo como Hijo, y del Espíritu Santo. El judaísmo y el islam consideran que los cristianos somos politeístas porque, aunque afirmamos la existencia de un solo Dios, confesamos la Trinidad como si fueran tres dioses. Si Dios es, en sí mismo, un profundo misterio, la fe en la Trinidad hace más compleja aún la reflexión teológica.

            No es así, sin embargo, en la evolución que la fe en un solo Dios ha experimentado en el Antiguo Testamento y, sobre todo, en la enseñanza de Cristo. Con toda naturalidad, Jesús ha hablado de su Padre y del Espíritu, con quienes mantiene una relación personal, única y eterna. El hecho de que Jesús se considere uno con el Padre indica que ambos gozan de la misma naturaleza divina, que comparten con el Espíritu que los une de modo indivisible. Lo más significativo de la enseñanza de Jesús es que tanto el Padre como el Espíritu están presentes en todo lo que hace, de forma que su vida entera está inundada de su presencia. No son una idea o abstracción. Son personas. Esta presencia no se da solo en la vida de Jesús, sino en la vida de los hombres. Solo es preciso descubrirla. Esto es precisamente lo que enseña Jesucristo.

            Jesús afirma que ha venido a revelar al Padre, cuya misericordia es infinita. Las comparaciones que utiliza están tomadas de los detalles más cotidianos de la vida humana, en la que el padre juega un papel importante. Baste recordar, como paradigma, la parábola del hijo pródigo. También Jesús habla del Espíritu como aquel que viene a ocupar su lugar, una vez terminada su misión en el mundo. Es el Espíritu de la verdad y de la vida que viene a desentrañar toda la riqueza de Cristo y conducirnos a la plenitud de la revelación. Los nombres que recibe —consolador, defensor, abogado, vivificador— indican una estrecha relación con los hombres en su vida diaria, como estrecha fue la relación con Jesús.

            La Trinidad, por tanto, no es un dogma extraño a la vida de los hombres. Conceptos como familia, comunidad, comunión, Iglesia, tienen su último fundamento en el Dios revelado por Cristo, el que, a lo largo del Antiguo Testamento, se va auto-manifestando como uno y único en la trinidad de las personas. De hecho, como señalan los exegetas, lo que son atributos de Dios —el logos, palabra o sabiduría, y el espíritu— van adquiriendo vida propia, consistencia individual, hasta convertirse en la enseñanza de Cristo en «personas» que conforman, en la unidad de la divinidad, el único Dios verdadero, el que ya en la creación del hombre hablaba en plural —«hagamos al hombre»—, y se manifestó a Abrahán en figura de tres ángeles que el magnífico pintor oriental Rublev pintó en su famoso icono con el mismo rostro y con los atributos propios de cada una de las personas. Los pintó sentados en torno a la mesa que evoca la Eucaristía para que, al pensar en la Trinidad, no tuviéramos que elevarnos a las alturas celestes, sino que descubriéramos que Dios ha querido compartir con los hombres la vida en torno a una mesa donde la familia humana crece y se constituye como tal a imagen de esa familia primigenia, la celeste, en la que Dios no vive absorto en una soledad trascendente sino que dialoga en la comunión de las tres personas y mira el mundo como el lugar donde ha querido manifestarse a los hombres y compartir su vida. No se trata de un politeísmo cristiano, sino la explicación de por qué el hombre está llamado a ser comunión con sus semejantes a imagen de Dios.

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