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Martes, 14 Febrero 2017 20:03

Iglesia en Segovia. Febrero 2017.

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Martes, 14 Febrero 2017 19:19

Iglesia en Segovia. Diciembre 2016.

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Viernes, 10 Febrero 2017 10:49

Domingo VII (A): La conciencia de Jesús.

           En el sermón de la montaña, que leemos en estos domingos, Jesús afirma que no ha venido a abolir la Ley y los Profetas sino a dar plenitud. Para un no judío, estas palabras podían resultar extrañas; para un judío resultaban escandalosas. La Ley, dada por Dios a Moisés, era la norma de vida de Israel. Y los Profetas, sus intérpretes más autorizados. Dar plenitud a algo significa que está inacabado, sin la debida perfección. Y esto, insisto, resultaba inaceptable para un judío. Por eso, a continuación Jesús afirma, dirigiéndose a los suyos: «si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos no entraréis en el reino de los cielos» (Mt 5,20). Y para explicar en qué consiste esa justicia superior que él propone, Jesús comenta los preceptos de la Ley de Moisés, añadiéndoles su propia interpretación, es decir, llevándolos a su plenitud. Sirviéndose de la contraposición: «Habéis oído que se os dijo… pero yo os digo», no deja ninguna duda sobre su autoridad para llevar a plenitud la Ley. Porque detrás del «habéis oído que se os dijo» se esconde ni más ni menos que la autoridad de Dios y de Moisés. Es fácil sacar la consecuencia de esto: Jesús se arroga la misma autoridad de Dios para interpretar la Ley y explicar su último significado.

«No matarás», decía la Ley. Jesús dice: «Todo el que se deja llevar de la ira contra su hermano será procesado». «No cometerás adulterio», decía la Ley. Jesús afirma: «Todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón». Y así comenta diversos preceptos de la Ley.

Es obvio que, al escuchar esto, un piadoso judío tenía que preguntarse: ¿Quién es éste que se atreve a corregir a Moisés, nuestro legislador? ¿Qué autoridad posee? Y sólo había dos respuestas posibles a estos interrogantes: O Jesús es un blasfemo —así fue condenado por el alto tribunal judío—, o tiene una autoridad superior a la de Moisés, es decir, la autoridad de Dios. Tocamos la cuestión central del cristianismo, que nos introduce en la conciencia que Jesús tenía de sí mismo, expresada en la afirmación de la que partíamos: «No he venido a abolir a Ley y los Profetas, sino a dar plenitud». Para que el lector no deduzca de esto que Jesús no valoraba la tradición de Israel, basta recordar sus palabras en el mismo sermón de la montaña: «El que se salte uno de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos, pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos». Jesús valora la Ley, la conoce y medita; y, sobre todo, la cumple. Pero revela toda la riqueza que lleva en su interior, y en este sentido da cumplimiento a la Ley. Si puede hacer esto es porque él mismo es la Palabra autorizada del Padre, la sabiduría encarnada, que ha venido a desvelar lo que, en la primera alianza, estaba aún escondido. Por eso, en el prólogo de Juan, se dice que «la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo» (Jn 1,17).

Nada de lo que venimos diciendo hubiera quedado por escrito, si los testigos de la vida y enseñanza de Jesús, que —no lo olvidemos— eran judíos, no hubieran llegado a la convicción de que Jesús tenía conciencia de su ser divino. Y llegaron a esta convicción porque el mismo Jesús les reveló poco a poco, con magistral sabiduría, su propia conciencia personal. En sus palabras y gestos, Jesús se reveló a sí mismo como aquel que llevaba a plenitud todas las cosas, que daba sentido a la Ley y a los Profetas, porque era él quien ya estaba presente en Moisés, y en los profetas. Como dice en Juan: «antes de que Abrahán existiera, yo soy».

+ César Franco

Obispo de Segovia.

            

Jueves, 09 Febrero 2017 12:51

Jornadas De Pastoral De La Salud

CAMPAÑA DEL ENFERMO 2017

TEMA: Pastoral de la salud y ecología integral.

LEMA: “Salud para ti, salud para tu casa” (1 Sam. 25,6)


En este año 2017 el Pontificio Consejo Vaticano de Pastoral de la Salud ha querido centrar la Jornada Mundial del Enfermo, 11 de Febrero, en la celebración extraordinaria de sus 25 años. Por ello, agradece a María en su advocación de Nª Sª de Lourdes los frutos que esta Jornada ha dado a toda la Iglesia, especialmente a todos los enfermos y sus familias.
La Pascua del Enfermo, el VI domingo de Pascua (21 de Mayo) acogerá la invitación del Papa Francisco en la Encíclica “Laudato Si”. En ella nos pide que cuidemos y trabajemos por la prevención de las enfermedades: estando atentos a los riesgos del entorno natural o social que puedan causarlas y promoviendo acciones o actitudes que puedan ayudar a tener más salud personal y comunitaria.


La Laudato Si nos cuestiona:
1. «Existen formas de contaminación que afectan cotidianamente a las personas. La exposición a los contaminantes atmosféricos produce un amplio espectro de efectos sobre la salud, especialmente de los más pobres, provocando millones de muertes prematuras. Se enferman».
2. «Hay que considerar también la contaminación producida por los residuos, incluyendo los desechos peligrosos presentes en distintos ambientes. (…) Muchas veces se toman medidas sólo cuando se han producido efectos irreversibles para la salud de las personas».
3. «La contaminación que produce el dióxido de carbono (…) con graves consecuencias para todos nosotros».
4. «Entre los pobres son frecuentes enfermedades relacionadas con el agua, incluidas las causadas por microorganismos y por sustancias químicas. La diarrea y el cólera».

Y nos llama a la responsabilidad:

«Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo».

Pues tiene que haber en el corazón «ternura, compasión y preocupación por los seres humanos», ya que «todo está conectado. Por eso se requiere una preocupación por el ambiente unida al amor sincero hacia los seres humanos y a un constante compromiso ante los problemas de la sociedad».

«La acción de la Iglesia no sólo intenta recordar el deber de cuidar la naturaleza, sino que al mismo tiempo “debe proteger, sobre todo, al hombre contra la destrucción de sí mismo”».
Las palabras del Papa, sumadas a la evolución del concepto de salud y de la propia teología de la salud, nos reclaman una renovación de la pastoral de la salud que, superando el dolorismo, se plantee en positivo la prevención de la enfermedad y la promoción de la vida.
Cada Campaña del Enfermo es, o ha de ser, una nueva oportunidad evangelizadora. Todo este tema, relacionado íntimamente con la ecología, es una dimensión a la que están bastante sensibilizados nuestros jóvenes, y puede –con ello- constituirse en una propuesta pastoral que les interese e ilusione, tanto a los de la parroquia como del entorno (colegios, asociaciones de vecinos,…) y se apunten a iniciativas concretas de acción y sensibilización, así como evangelizadoras. Debemos ser creativos, y perder los miedos a proponer cosas.
El cartel y la estampa de la Campaña 2017 tratan de mostrar estas ideas. En ellos hemos querido resaltar: la salud no es una cosa que nos cae del cielo; es una realidad en la que nosotros pintamos algo. Nosotros también somos responsables de construirla, fomentarla, evitar la enfermedad,… Tenemos un papel activo en la promoción de la salud. Pues, dirigiendo nuestra mirada al mundo, vemos muchas situaciones de nuestro entorno que no la favorecen, más bien son agentes que provocan enfermedades: desastres ecológicos, contaminación atmosférica, uso de sustancias tóxicas, actitudes insanas,… Se nos invita a construir nuestra casa común (el mundo) y con ello, fomentar vida y salud.

PROGRAMA JORNADAS DE PASTORAL DE LA SALUD
13,14 y 15 de Febrero. Casa de Espiritualidad “S. Frutos”
C/ Obispo Gandásegui, 7 Segovia.
LUNES. DIA 13.
- Casa de Espiritualidad “San Frutos”, en SEGOVIA. 18,30 horas de la tarde.
- Ponente: D. Juan Antonio Diego Esquivias. Pedagogo en Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Director del Albergue Sta. María de la Paz. Conferenciante.
- Tema: “Salud para ti, salud para tu casa. (1Sam.25,6). Sin olvidar la Fragilidad”
MARTES. DIA 14.
- Casa de Espiritualidad “San Frutos”, en SEGOVIA. 18,30 horas de la tarde.
- Ponente: Dª Mª Isabel Serrano Gonzalez. Médica. Doctora en Medicina. Presidenta de ALEZEIA (Asociación de Educación para la Salud). Escritora. Conferenciante. Colaboradora de Frater. Madre de familia.
- Tema: “Vivir la vocación de que somos protectores de la obra de Dios: El cuidado de la fragilidad a propósito de la Laudato Si“

MIERCOLES. DIA 15.
- Casa de Espiritualidad “San Frutos”, en SEGOVIA. 18,00 horas de la tarde.
- Presenta: D. José Mª Carlero Ramos (Profesor de religión en el IES de El Espinar). Responsable de Formación de Frater España.
- Película. “MARIE HEURTIN”.

 

Objetivos de la Campaña
  1. Sensibilizar a los creyentes y a la sociedad entera sobre la necesidad de prevenir la enfermedad, y asumir la tarea de cuidar nuestra salud y el entorno natural, para que éste repercuta de manera positiva en nuestra salud.
  2. Iluminar, revisar y purificar nuestras actitudes y comportamientos que no promueven salud; y también aquellos factores de riesgo sanitario que existan en nuestro entorno.
  3. Mostrar la labor evangelizadora que la Iglesia puede ejercer desde esta dimensión. Pues Jesús no sólo vino a curar enfermos, sino que también y sobre todo, vino a dar vida “y vida en abundancia” (Jn.10,10) a todos.
  4. Promover el compromiso de la comunidad cristiana y de la sociedad con los que sufren, que se traduzca en acciones realistas y creativas, individuales y colectivas.
  5. Celebrar la fe junto a enfermos, familias, profesionales, instituciones, voluntariado, etc., y difundir, apoyar y agradecer su tarea y entrega.


Destinatarios de la Campaña

Los enfermos y sus familias.

Los Profesionales de la Salud.

Los servicios de asistencia religiosa de los hospitales.

Las instituciones sanitarias y sociosanitarias, especialmente las de la Iglesia.

La jerarquía de la Iglesia, los Organismos de promoción y decisión pastoral y las Instituciones docentes de la Iglesia en el campo de la Pastoral.

Las comunidades cristianas y equipos de pastoral de la salud.

Las congregaciones religiosas: educación, sanidad y vida contemplativa. La sociedad en general.


Campaña del Enfermo 2017 Departamento de Pastoral de la Salud

 

Miércoles, 08 Febrero 2017 17:19

Encuentro Universitario (EUC)

La Pastoral Universitaria de Segovia invita a profesores y alumnos al próximo

Encuentro Universitario (EUC)

 

“Siglo XX, ¿época de cambios o cambio de época?”

 

Ávila 24-26 de febrero

 

Conferencia inaugural, El siglo XX, ¿un siglo de sombras?

Una introducción histórica a la primera mitad del siglo XX

Por D. Luis E. Togores. Universidad San Pablo-CEU

“Un horizonte nuevo para una humanidad caída”.

Respuestas que da la Iglesia a esa crisis del hombre que se va alejando cada vez más de Dios

Por D. Avelino Revilla. Universidad San Dámaso

“Chesterton: en el cristianismo encajan todas las piezas”.

Por D. Juan Manuel de Prada., uno de los mejores escritores y críticos literarios del momento,

Y además, coloquios, visitas culturales, veladas, asambleas. Ver programa e inscripción adjuntos.

Sobre los EUC

- Los EUCs son organizados por la Asociación cultural del mismo nombre http://www.asociacioneuc.org/ y son punto de encuentro de  universitarios de España

- Hay dos EUCs cada curso: octubre y febrero.

-  El tema siempre es uno polémico, de actualidad, Todos necesitamos formación (no solo información)

-  en los EUCs hay un ambiente muy de familia entre profesores y alumnos de todas las carreras y de muchos sitios de España.

 

Martes, 07 Febrero 2017 15:29

Busca la Verdad

Pastoral Universitaria retoma su actividad con los jóvenes con las Tertulias 'Busca la Verdad', que tuvieron buena acogida en noviembre.

Hoy día 7 de Febrero tendrá lugar la primera de las 4 tertulias de este mes. A las 19.15 horas en la aula A014 del Campus María Zambrano.

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Sábado, 04 Febrero 2017 09:48

Domingo V (A): Luz y sal del mundo

 

Dice U. Luz que cuando Jesús califica a los cristianos de luz y sal del mundo y nos compara con una ciudad edificada sobre el monte, se refiere «al pueblo cristiano de a pie». La Iglesia es un pueblo con vocación de testimonio público. No hemos nacido para recluirnos en los templos, ni mucho menos en las sacristías. Jesús exhortó a los discípulos a pregonar públicamente, en plazas y azoteas, su enseñanza. Jesús da su doctrina en público. Cuando le preguntan ante el Sanedrín, sobre su predicación, Jesús contesta: «He hablado abiertamente al mundo, y no he dicho nada a escondidas. Pregunta a los que me han oído de qué les he hablado». Esta clara respuesta le valió la bofetada de un esbirro.

Después de Pentecostés, los apóstoles salieron a la plaza pública y proclamaron con libertad el Evangelio, que se fue extendiendo por la valentía de quienes estaban convencidos de su verdad. Aprovechaban cualquier ocasión para hablar y dar testimonio, como les había ordenado Jesús. Esta gozosa y valiente libertad, denominada en griego parresía, partía del convencimiento de que el Evangelio es la Verdad que salva, que todo hombre tiene derecho a conocer. Cuando san Pablo se convierte al cristianismo, su táctica consiste en dirigirse a las grandes ciudades donde circulaban las ideas filosóficas y religiosas de su tiempo para contrastar con ellas el Evangelio y lo hacía públicamente en las sinagogas, en los foros, y en el Areópago de Atenas. Justino, gran filósofo convertido al cristianismo, no abandona su oficio, sino que en lugar de enseñar mera filosofía, empieza a enseñar filosofía cristiana. Su escuela se abarrotó de alumnos, lo que provocó la envidia del cínico Crescencio, quien le denunció ante los tribunales y murió mártir.

A la luz de estos y otros testimonios, comprendemos el significado de los cristianos como luz y sal del mundo. Y, sobre todo, la insistencia de Jesús a no esconder la luz ni dejar que la sal se torne insípida. En momentos difíciles de la vida de la Iglesia y de la sociedad, el peligro del cristiano es ocultarse, disolverse en la masa, perder su identidad y pasar como anodinos en un mundo que nos necesita como la luz y la sal. Acomodarse al mundo, o, como dice el Papa Francisco, permitir que la mundanidad espiritual nos invada, es lo mismo que renunciar a la fe. Sorprende que esto suceda en sociedades que alardean de democráticas, en las que la libertad de expresión y el derecho a defender las propias convicciones ha llegado a ser un «dogma» inquebrantable. ¿Es que hay miedo al debate de las ideas? ¿Es que para defender lo propio debemos amordazar lo ajeno? ¿O es que molesta que Cristo haya definido claramente la vocación cristiana como luz y sal del mundo? Desde una óptima no cristiana, puede parecer pretenciosa esta afirmación, e interpretarse como si los no cristianos no aportasen ni sal ni luz a este mundo. Nada más alejado de la intención de Cristo llegar a estas conclusiones. Pero las palabras del Señor son claras para quienes le siguen: en realidad son una llamada a vivir siempre en Cristo, Luz del mundo, y a dar sabor a las realidades temporales mediante el testimonio irrenunciable de la Verdad. Quienes han entendido esto, han preferido el martirio a la insipidez de la sal que se tira y se pisa. No hay que olvidar que las imágenes de la luz y la sal, vienen, en Mateo, después de las bienaventuranzas, la última de las cuales dice: «Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa». Cristo pone a los suyos ante una consecuencia natural del seguimiento: «Un discípulo no es más que su maestro ni un esclavo más que su amo».

+ César Franco

Obispo de Segovia

Miércoles, 01 Febrero 2017 17:51

Canciones de la Pascua 2017

Aquí podrás escuchar las canciones que vamos a cantar en la Pascua Joven del 2017?

 

Jueves Santo:

 Jueves santo

 

Viernes Santo:

Viernes Santo

 

Vigilia Pascual:

Vigilia Pascual

Sábado, 28 Enero 2017 22:18

Domingo IV (A): La alegría del triunfo

Las bienaventuranzas de Mateo, que leemos en este domingo, inician el sermón de la montaña que Jesús pronunció como un nuevo Moisés. Éste subió al Sinaí para recibir la Ley; Jesús sube al monte para enseñar la novedad más absoluta del Evangelio, la Gracia y la Verdad definitivas. Las bienaventuranzas no comienzan, como la ley antigua, diciendo lo que no debemos hacer: no son preceptos de prohibición: No matarás, no mentirás, no adulterarás… Son afirmaciones solemnes, positivas, enunciados de la felicidad que Cristo propone a los suyos. Su lectura nos fascina, pero su realización nos atemoriza. Parece que Cristo propone metas inalcanzables, realizaciones imposibles. No es así. Propone la felicidad plena. Eso sí: a contrapelo del mundo, que considera las bienaventuranzas como moral de débiles, como consuelo para fracasados, que no han conseguido triunfar en este mundo, donde reina el orgullo, la riqueza y avaricia, la violencia y la lujuria, la risa de quienes pisotean a los pobres y humillados.

Decía san Juan Crisóstomo que sólo los cristianos valoran las cosas en su justa apreciación y tienen motivos muy distintos para alegrarse del resto de los humanos. Dice que quien nunca ha practicado un deporte, cuando ve a un atleta herido, llevando en su cabeza la corona de triunfador, sólo se fija en las heridas y el sufrimiento que ha pasado para vencer. Sólo mira el dolor que comporta la prueba. Se le ocultan las razones de su triunfo y la misma recompensa. En las bienaventuranzas, incluso los cristianos, nos quedamos en la primera parte de los enunciados: bienaventurados los pobres, los que sufren, los pacíficos, los limpios de corazón, etc. Y nuestro hombre viejo se revuelve, como si le acechara la muerte. Y así es. Jesús predica la muerte de lo viejo, lo que no heredará el Reino de Dios: el dinero, el placer, la vida disoluta, la inmisericordia, la injusticia. Todo eso está llamado a morir.

Hay que leer la bienaventuranza entera: el premio del vencedor que está en la segunda parte: Los pobres poseerán el Reino; los que lloran el consuelo; los sufridos, la tierra —se entiende la nueva, la renovada—; los hambrientos y sedientos, la satisfacción; los misericordiosos, la misericordia; los limpios de corazón, la visión de Dios; los pacificadores, el ser hijos de Dios; los perseguidos por la justicia, el reino de los cielos; y los que sufran por Cristo, la recompensa eterna. Esta es la corona del triunfo, que no ven quienes se echan atrás ante la propuesta de ser felices. En realidad, nos echamos en manos de una moral para cobardes y timoratos; o de una moral que se rinde ante lo que ofrece un mundo viejo y caduco, llamado a desaparecer.

Olvidamos también que Cristo hace posible la realización de las bienaventuranzas. San Agustín las comenta, en su tratado sobre la Virginidad, repitiendo, después de cada una: imitad al que la cumplió. Tenemos un modelo insuperable: el testimonio de Cristo, el más feliz de los hombres, que alcanzó la corona de la inmortalidad y la incorrupción. Nadie puede cumplirlas sin mirar a Cristo y asumir su modo de vida, su carrera hacia la dicha eterna. Unidos a él, entenderemos la exhortación de san Juan Crisóstomo: «Si ayunamos, saltemos de gozo como si estuviéramos rodeados de delicias. Si nos ultrajan, dancemos con alegría como si estuviéramos colmados de alabanza. Si sufrimos daños, considerémoslo como una ganancia. Si damos a los pobres, convenzámonos de que recibimos más. Ante todo, acuérdate de que combates por el Señor Jesucristo. Entonces entrarás con ánimo en la lucha y vivirán siempre en la alegría, ya que nada nos hace más felices que una buena conciencia»

+ César Franco

Obispo de Segovia.

 

           Un célebre modernista francés afirmó que «Jesús anunciaba el Reino y vino la Iglesia». Quienes utilizan esta frase, con mayor o menor acierto, participan de un prejuicio común entre los intérpretes racionalistas de los evangelios, según el cual Jesús no quiso fundar nada sino predicar simplemente, como afirma el evangelio de este domingo, que el Reino de los cielos estaba cerca. Por ello, predicaba la conversión a quienes deseaban entrar en ese Reino. Esta forma de pensar pretende contraponer el Reino predicado por Jesús y la Iglesia fundada por sus seguidores.

Junto a este prejuicio racionalista, se alinea también la idea de que Jesús fue un predicador moral de un Reino que le trascendía por ser iniciativa absoluta de Dios. Jesús, por tanto —que, dicho de paso, para los racionalistas no es Dios—, quedaba sutilmente separado de la instauración de dicho Reino. Como predicador, se limitó a llamar a la conversión para entrar en el Reino que Dios establecería en su momento.

Si leemos atentamente el evangelio, sin embargo, observamos que Jesús no sólo predica el Reino de los cielos sino que lo establece con su predicación y con sus gestos. Los evangelistas, obviamente, no son teólogos sistemáticos, pero hilan muy fino cuando se trata de presentar a Jesús como el que inicia entre los hombres el Reino de los cielos, que es una fórmula judía, para hablar de la acción salvadora de Dios entre los hombres. Así, inmediatamente después de llamar a la conversión ante la cercanía del Reino de los cielos, san Mateo narra la elección de los primeros apóstoles, a quienes Cristo saca de su oficio de pescadores en el lago de Tiberiades para hacer de ellos «pescadores de hombres». Esta primera acción de Jesús muestra su voluntad de constituir un grupo —los Doce— que le ayude en su misión de salvar a la humanidad. Si Jesús quiere hacer de ellos pescadores de hombres es porque ha venido a ofrecer a los hombres la salvación de Dios, es decir, quiere introducirlos en el ámbito de la soberanía de Dios que se establece en este mundo con la presencia de Jesús, Hijo de Dios.

En la constitución dogmática sobre la Iglesia del Concilio Vaticano II (Lumen Gentium 3) se precisa esta relación de Jesús con el Reino que predica y con la Iglesia con extraordinaria claridad: «Cristo, en cumplimiento de la voluntad del Padre, inauguró en la tierra el reino de los cielos, nos reveló su misterio y con su obediencia realizó la redención. La Iglesia o reino de Cristo, presente actualmente en misterio, por el poder de Dios crece visiblemente en el mundo». No hay oposición entre Iglesia y Reino, porque ambas realidades tienen su interdependencia en la persona de quien las establece, Jesús, el Hijo de Dios. La Iglesia no agota el Reino, pero es su germen e inicio, que llegará a su consumación al final de la historia. Por eso, los apóstoles aparecen cooperando con Cristo en su tarea de establecer el reino de los cielos.

En la capilla de la Conferencia Episcopal Española, el artista jesuita eslovaco Rupnik ha representado a Cristo llevando el timón de una barca en la que están pescando con él los apóstoles. Es la imagen de la Iglesia. Todos tiran de la red, echada al mar, que se llena de peces. Jesús lleva una estola, símbolo del sacerdocio, que sale del mosaico para recaer en el respaldo donde se sienta el que preside la eucaristía. El artista nos ha dejado un detalle precioso de la misión de Jesús: con su mano izquierda, está ayudando a algún pez despistado a entrar en la red, imagen de la la Iglesia y del Reino de los cielos, para que no se prive de la salvación que ofrece. No se puede expresar mejor la voluntad de Cristo.

+ César Franco

Obispo de Segovia