Secretariado de Medios

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En el evangelio de este domingo, Jesús se presenta con la exigencia radical de ser amado por encima de todo: «El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará» (M7 10,37-39). El amor a Jesús debe estar por encima de cualquier otro amor, hasta el punto de llegar a dar la vida por él.

Si lo pensamos bien, esta radicalidad del amor que pide Jesús para sí, es semejante a la que el hombre solicita. No nos contentamos con ser amados a medias, ni toleramos un amor que se reserve zonas privadas . Queremos la entrega total, la sinceridad de la donación, la exclusividad de ser amados como únicos. Incluso cuando la familia interfiere en las relaciones conyugales o de simple amistad, nos sentimos amenazados es la totalidad que deseamos. Quiere decir que el amor es una pasión radical, que exige la total entrega.

Las pretensiones de Jesús tienen, pues, en común con las nuestras muchos aspectos. Sin embargo, alcanzan una cima que el hombre no puede exigir, por la sencilla razón de que no puede corresponder sin la ayuda de la gracia. La exigencias de Jesús tienen un estribillo que dan la clave de su singularidad. Si no amamos como él pide, no somos «dignos de él». ¿A qué se refiere con esta expresión? En una relación entre iguales, esta afirmación parecería una autovaloración inaceptable. En el plano de la dignidad todos somos iguales, a no ser que valoremos a la persona por su valía social, económica, intelectual o de simple prestigio.

Cuando Jesús habla de ser «digno de él» se sitúa en lo que ha hecho gratuitamente por nosotros antes incluso de que nosotros demos un paso hacia él. San Juan nos lo ha dicho muy claramente: «Él nos amó primero» (1 Jn 4,19). Y no de cualquier manera. El apóstol se refiere a la entrega radical que Dios nos ha hecho dándonos a Cristo, siendo nosotros pecadores, como también dice san Pablo. La precedencia en el amor consiste en que Dios ha roto la barrera que le separaba del hombre cuando éste, al pecar, se apartó definitivamente de Dios. La redención de Cristo es la eliminación de esa barrera: Dios se ha vaciado de sí para salir al encuentro del hombre, ha tomado nuestra pobre condición y ha compartido la vida con nosotros hasta la muerte de cruz. Es el amor hasta el fin, hasta la consumación.

Por eso, para ser «dignos» de Cristo, debemos colocarlo en la primera escala de nuestros valores, antes que cualquier otra relación de amor humano, incluso del amor a nosotros mismos que suele arrastrarnos hacia el egoísmo. Así se explica lo que dice sobre la cruz: «el que no carga con su cruz y me sigue no es digno de mí». La cruz ha marcado para siempre el amor de Jesús hacia nosotros. Es el distintivo de su entrega radical hasta la muerte por amor. Aquí sí podemos imitarle acogiendo la cruz de cada día como una forma expresiva del amor. Y, en este contexto, entendemos sus palabras: «El que encuentre su vida la perderá, el que pierda su vida por mí la encontrará». Esta especie de paradoja nos recuerda algo que es ley de vida en el orden humano: cuanto el hombre más se da a los demás, mas se encuentra a sí mismo y más fecundidad despliega; por el contrario, cuanto más se reserva para sí mismo y busca asegurarse su propia vida, más se esteriliza y fracasa en el amor. Termina amándose sólo a sí mismo. En el plano sobrenatural sucede lo mismo: quien gasta y desgasta su vida por amor de Dios y de los demás alcanza una plenitud indescriptible, la plenitud del amor gratuito.

+ César Franco
Obispo de Segovia

 

 

 

 

 

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El Obispo de la Diócesis, Monseñor César Franco, ha presidido la Eucaristía, aplazada a causa de la pandemia, en la que se ha bendecido el Crisma y los sagrados óleos

Este lunes 22 de junio, la Catedral ha acogido la celebración de la misa crismal que debía haberse celebrado en el marco del triduo pascual «pero suponía que ni el presbiterio ni los fieles podían participar en ella, lo cual empobrecía su gran significado». Así ha comenzado el Obispo de la Diócesis, D. César Franco, la homilía de una misa crismal cargada de simbolismo. Así, ha destacado la actualidad y capacidad para generar esperanza de la Palabra de Dios.

Don César ha hecho hincapié en el significado de esta celebración y del crisma, destacando que el hombre ofrece los dones recibidos de Dios y Dios se los devuelve convertidos en. «Hoy traemos el aceite para ungir a enfermos y catecúmenos; traemos el crisma para consagrar altares, templos, vasos sagrados, y, sobre todo al hombre y a la mujer, las más excelsas de las criaturas que, gracias a la unción, se convierten en custodios y sacerdotes de la creación», ha asegurado para subrayar que “un poco de aceite” puede realizar tales prodigios «porque a través del crisma —que significa unción— actúa Cristo, que es el Ungido».

«El Espíritu del Señor —dice Isaías— está sobre mí porque el Señor me ha ungido». Profetiza la llegada del Ungido, enviado para anunciar la buena nueva a los que sufren. Vendará corazón desgarrados, consolará a los afligidos, y cambiará en luto en perfume y el abatimiento en cánticos». ¿No son actuales estas palabras? ¿Acaso no necesitamos que Dios nos reconforte, nos aliente, sane nuestras heridas y nos acompañe en el luto?, se ha preguntado Monseñor Franco. «Lo hemos visto en este tiempo dramático en que tantas personas han sufrido y muerto en soledad. Pero, aunque no hubiéramos sufrido la pandemia, ¿acaso el hombre no es un ser herido junto al camino por donde pasa el buen samaritano? Necesitamos vocaciones para buenos samaritanos, los sacerdotes de Cristo», ha añadido.

En este día en el que los sacerdotes de la Diócesis han renovado las promesas de su ministerio, D. César ha asegurado que «nosotros, sacerdotes de la nueva alianza, siempre tendremos en nuestras manos el crisma de la salvación y el óleo de la alegría definitiva». Aludiendo de nuevo a las manifestaciones del amor del Señor, también durante la pandemia, el Obispo de la Diócesis ha querido tener unas palabras de recuerdo a los sacerdotes fallecidos en los últimos meses.

El prelado ha subrayado la importancia de las promesas sacerdotales como un “sí” a la fidelidad de Dios. «Que, al traer los óleos y el crisma en procesión, el pan y el vino de la cena del Señor, ofrezcamos también nuestras personas, para que la humanidad entera y la creación que gime cuando la pisoteamos, experimenten que Dios ha enviado a su Hijo para ungirnos con su misericordia y asegurarnos su compañía hasta que lo contemplemos cara a cara en su morada. Que la llena de gracia nos lo conceda», ha concluido.

 

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La limitación de edad recomendada para acudir a los templos queda suprimida • La dispensa del precepto dominical sigue vigente • El uso de mascarillas y el distanciamiento social continúan siendo obligatorios

 

Hoy, sábado 20 de junio, finaliza la vigencia del estado de alarma en el que nos encontramos desde el pasado mes de marzo. Así, desde el domingo, 21 de junio, todas las iglesias de la Diócesis entrarán en la llamada “nueva normalidad” con dos premisas a seguir: el uso de mascarilla seguirá siendo obligatorio, al igual que la distancia social de, al menos, un metro y medio.

Ahora bien, el fin de los efectos del estado de alarma no supone, ni la finalización del nivel de pandemia internacional declarado por la Organización Mundial de la Salud, ni la finalización de la crisis sanitaria.

La Junta de Castilla y León, en su condición de autoridad sanitaria, ha adoptado mediante acuerdo, las medidas de prevención necesarias para hacer frente a la crisis sanitaria, una vez que se produzca el levantamiento de las medidas derivadas del estado de alarma. De esta manera quedará garantizado que se eviten riesgos de propagación y la prevención del riesgo de contagio.

Medidas en el interior de las iglesias

En cuanto a la celebración de la Eucaristía en las iglesias de nuestra Diócesis, el uso de mascarilla seguirá siendo obligatorio, así como la utilización de gel desinfectante. El rito de la paz continúa suprimido y se recomienda recibir la comunión en la mano. Una de las novedades es que podrá retomarse la colecta durante el ofertorio, aunque podrá mantenerse un lugar fijo para que los fieles depositen su generosidad a la salida del templo. Igualmente, se prestará especial atención a la distancia de seguridad en los desplazamientos y el banco, evitando formar aglomeraciones a la entrada y salida del templo.

Durante el desarrollo de las reuniones o celebraciones se deberá evitar el contacto personal, así como tocar o besar objetos de devoción u otros objetos que habitualmente se manejen. 

Desde este momento, la limitación de edad recomendada durante las primeras fases del desconfinamiento queda suprimida, por lo que todos los fieles podrán acudir a sus parroquias. No obstante, aquellos que presenten síntomas compatibles con la Covid-19, así como quienes hayan mantenido contacto estrecho con alguien contagiado o deban guardar aislamiento domiciliario, seguirán sin poder acceder a las iglesias. Cabe recordar que la dispensa del precepto dominical seguirá vigente para todos aquellos fieles que no puedan participar de la Eucaristía presencial.

Limitación de aforo

La asistencia a lugares de culto no podrá superar el 75% de su aforo. Asimismo, el aforo máximo deberá publicarse en lugar visible del espacio destinado al culto.

La utilización del exterior de los edificios o de la vía pública para la celebración de actos de culto deberá ser aprobada por la autoridad municipal correspondiente, y deberán establecerse las medidas necesarias para procurar mantener la distancia de seguridad interpersonal o, en su defecto, la utilización de medidas alternativas de protección física con uso de mascarilla.

Entierros, ceremonias nupciales y otras celebraciones

Los velatorios podrán realizarse en todo tipo de instalaciones, públicas o privadas. Se establece un aforo máximo del 75% en estos establecimientos. Además, deberán establecerse las medidas necesarias para mantener la distancia de seguridad interpersonal en las instalaciones y, en caso de no poder garantizar esta distancia, se utilizará mascarilla.

La participación en la comitiva para el enterramiento de la persona fallecida se restringe a un máximo de 75 personas, entre familiares y allegados, además de, en su caso, la persona que oficie el acto de despedida del difunto.

En el caso que ceremonias nupciales u otro tipo de celebraciones se lleven a cabo en lugares de culto, deberán aplicarse las reglas de aforo y las medidas de higiene y prevención anteriormente referidas y, en todo caso, un máximo de 250 personas en espacios al aire libre o de 150 personas en espacios cerrados.

 

El próximo lunes, 22 de junio, la Diócesis de Segovia celebrará en su iglesia Catedral la misa crismal. Esta misa se celebra litúrgicamente el Jueves Santo por la mañana, día en que Jesucristo instituye los sacramentos de la eucaristía y del sacerdocio y proclama el mandamiento del amor. Es una misa poco conocida por los fieles. No obstante, cuando participan en ella perciben su extraordinario contenido teológico, espiritual y profundamente humano. En ella, el obispo y su presbiterio convocan a la diócesis para bendecir los óleos de catecúmenos y enfermos y consagrar el crisma que se usará en el bautismo, la confirmación y el orden sacerdotal. También en esta misa los sacerdotes renuevan los compromisos asumidos en su ordenación en favor del pueblo cristiano.

Debido a la pandemia del coronavirus, la misa crismal no pudo celebrarse en el día más cercano al jueves santo como suele hacerse en las diócesis de España. Los obispos recibimos de la Santa Sede la facultad de establecer una fecha en que sacerdotes y fieles pudieran reunirse con mayor facilidad. En Segovia, se estableció el día 22 de junio.

Hemos pasado meses confinados en nuestros hogares, hemos padecido el miedo al contagio y el temor a morir, hemos enterrado a seres queridos sin poder acompañarlos, y, seguramente, le hemos preguntado a Dios sobre el sentido de todo lo que ha pasado. Hasta es posible que muchos se hayan enfadado con Dios al no encontrar respuesta a los interrogantes suscitados por estas circunstancias y se hayan rebelado contra aquello que no entienden. En la Biblia hay muchos salmos de quejas, escritos desde el dolor, que son hermosas oraciones. Y el libro de Job pretende responder a la pregunta sobre el sufrimiento que nos llega de repente. No es contrario a la fe pedir a Dios respuesta a nuestras preguntas siempre que no olvidemos que, como dice el profeta Oseas, Dios es Dios y no un hombre, es decir, no podemos ponernos a su altura.

Es providencial que celebremos la misa crismal en esta situación. Porque el aceite del olivo, que Dios nos ha regalado, se convierte en la liturgia de esta misa en bálsamo para nuestras heridas, en unción para nuestra fragilidad, medicina para nuestras enfermedades y victoria sobre la muerte. Dios, como el buen samaritano, nos recoge como al herido del camino y busca confortarnos con algo que nuestro pobre barro necesita: la gracia de sus sacramentos. Esta palabra, a la que nos hemos acostumbrado, significa misterio y signo. Es misterio, porque la vida del hombre en sí misma lo es; y Dios se acomoda a nosotros para hacernos entender lo que tanto nos cuesta. Y es signo, porque, detrás de los elementos sensibles que configuran el sacramento, se nos da la gracia que no vemos, pero que nos ayuda a caminar sin perder nunca la esperanza.

Si hubiéramos sido creados sólo para esta vida, seríamos unos desgraciados. Pero si, además de esta vida, hermosa y dramática al mismo tiempo, hay otra sin término, propia de Dios y de sus hijos, el dolor se hace llevadero, la enfermedad se asume como prueba, y la muerte —la temible muerte— pierde el aguijón con que nos acosa. ¡Cuánto puede ofrecernos el aceite con que Dios nos unge! ¡Y cuánto conforta tener al lado un humilde sacerdote, pobre como nosotros, que nos alienta, bendice, acompaña, y santifica nuestra carne con la unción de Dios, más fuerte que cualquier pandemia! Cristo ha querido regalarnos hombres de barro, crismados por su gracia, que pueden entender nuestras preguntas, callar cuando no tienen palabras adecuadas, y acompañarnos en nuestra vida, como hizo Jesús con los discípulos de Emaús, para darnos el Pan vivo bajado del cielo.

 

+ César Franco
Obispo de Segovia

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La reapertura mantendrá el horario de verano y todas las visitas guiadas ofertadas en el periodo de la temporada alta.

La Catedral volverá a recibir visitantes a partir de este próximo viernes 26 de junio tras más de tres meses cerrada al turismo debido a la crisis sanitaria provocada por el Covid-19. En este periodo el templo ha seguido manteniendo el culto, primero a puerta cerrada y, posteriormente, con el aforo indicado en las fases de desescalada.

Esta nueva etapa para el Cabildo, guías y trabajadores de la Catedral estará marcada por las medidas higiénico-sanitarias que se van a aplicar en la realización de la visita cultural en el templo, salas de exposiciones y torre. Para ello, se han elaborado una serie de protocolos para visitantes individuales y grupos que entran en vigor a partir del viernes 26 de junio y que se irán adaptando a lo que indiquen las autoridades sanitarias y a la situación epidemiológica del momento. Además, se ha trabajado durante las últimas semanas en renovar parte de la cartelería para adaptarla a las medidas de seguridad, incluyendo también material para mantener la distancia interpersonal, en limpieza y desinfección.

Horario de apertura y visitas guiadas

La Catedral abrirá a la visita desde este viernes 26 de junio de 09:30 a 21:30, último pase media hora antes del cierre. Este horario, que está previsto mantener hasta finales del mes de septiembre, iguala prácticamente al horario de verano (abril a octubre), en activo desde años anteriores. El objetivo es dar la opción a segovianos y visitantes de visitar el templo, salas y torre en un mayor rango de horas para evitar de esta forma aglomeraciones en franjas concretas y días más concurridos.

Las visitas guiadas a la torre tendrán lugar de lunes a domingo a las 10:30, 12:00, 13:30, 15:00, 16:30, 18:00 y 19:30. La visita de las 15:00 seguirá ofreciéndose en inglés y estará activa a partir del 1 de julio.

Por segundo año también vuelven las visitas guiadas nocturnas a la torre, disponibles también desde julio y hasta septiembre, incluido, los viernes, sábados y domingos a las 21:30.

Otra de las visitas guiadas ofertadas a segovianos y visitantes desde el 26 de junio es la que se realiza al interior del templo, “Conoce la Dama de las Catedrales”, de lunes a viernes a las 12:30 y 17:00.

El que se acerque a la Catedral seguirá teniendo la opción de consultar el folleto general y de la torre, pero también se lo podrá descargar en su móvil, como la audioguía gratuita de la Sala de Pintura o consultar toda la información en la web de la Catedral. Actualmente, este portal oficial del templo se ha renovado completamente durante estos meses con un nuevo diseño y con la creación de un catálogo de obras. Estará en activo próximamente. Las tarifas se mantienen en todas las modalidades de visitas así como los descuentos para familias numerosas, estudiantes menores de 25 años, jubilados y segovianos.

Aforos

La nueva situación requiere controlar el número de personas en el interior del templo, salas y torre. Para conseguirlo, se ha optado por seguir con el horario de verano, vigilancia de los accesos a través de la delimitación de espacios o fomentar la venta de entradas online en la página web oficial y en las diferentes plataformas disponibles. Una de las novedades que los visitantes se encontrarán en su visita es el diseño de un recorrido por el interior a través de vinilos con flechas y textos. Se podrán visualizar a lo largo de las naves, salas de exposiciones y enlosado permitiendo que el visitante siga un único itinerario, evitando el cruce de personas, sobre todo, en la zona claustral. Otro de los cambios en el recorrido será la salida de la Sala de Pintura Bajo Claustro que se hará obligatoriamente a través de la puerta de emergencia que da al Enlosado, para luego incorporarse al templo.

Los aforos a la torre y visitas guiadas se fijarán según indiquen las autoridades sanitarias.

Grupos y agencias

Los grupos podrán adquirir su entrada en taquilla sin límite pero se recomienda hacer la reserva a través de la web. En franjas horarias de gran concurrencia de visitantes se dispondrá de una entrada secundaria para estos evitando aglomeraciones en el espacio de la taquilla. 

Para agencias, guías oficiales e instituciones se ha diseñado una plataforma piloto para los que deseen puedan inscribirse, reservar con antelación y acceder sin necesidad de gestión en taquilla. Su acceso seguirá con normalidad permitiendo el uso de dispositivos propios.

Medidas de seguridad

El Cabildo ha diseñado un protocolo específico para el cumplimiento de las medidas de seguridad para visitantes individuales y grupos. En la entrada a la Catedral va a estar instalado un panel con todas las recomendaciones higiénico-sanitarias a tener en cuenta y se va a disponer de gel hidroalcohólico en diferentes puntos. En esta serie de medidas implantadas como el nuevo recorrido, señalética para mantener la distancia de seguridad o postes de separación, los trabajadores de limpieza y mantenimiento del templo seguirán la labor de desinfección constante y diaria de entradas y espacios de la Catedral. A lo largo del confinamiento se ha seguido desinfectando, especialmente la capilla del Santísimo, lugar de celebración de la misa, y se han realizado planes generales de limpieza en torre, salas y espacios comunes, como las oficinas.

El equipo de la Catedral

Los guías y trabajadores de la Catedral son pieza fundamental en esta nueva etapa. Durante los más de 100 días de confinamiento el templo ha seguido manteniendo las condiciones laborales de las 17 personas que forman este equipo sin la realización del ERTE. En estos meses han seguido desarrollando sus funciones los trabajadores de limpieza, mantenimiento, archivo y comunicación.

En la reapertura se va a reforzar el personal para poder cumplir con el horario ampliado de verano, las visitas guiadas, el control de aforos y mantenimiento de medidas sanitarias. Para el correcto desarrollo de las funciones, el Cabildo pondrá a su disposición mascarillas, geles hidroalcohólicos y velará por el estado de salud del equipo humano.

A todos se les realizará el test de seroprevalencia antes de su incorporación al puesto de trabajo, costeado por el Cabildo.

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Cáritas Diocesana de Segovia, en época de coronavirus, sigue luchando por los más desfavorecidos de nuestra sociedad y también por el medio ambiente. En esa líne,a desde hace años, se trabaja en y por el reciclado de la ropa. La industria textil es la segunda industria más
contaminante del planeta, tras la petrolífera, de ahí que en Segovia hubiera varios puntos de recogida de ropa en diferentes espacios parroquiales, etc. La respuesta de la ciudadanía segoviana ha sido siempre muy positiva, ya que estos puntos de recogida se llenaban con la ropa, consiguiendo así dar una segunda vida a esos tejidos, ya sea dando calor a otras personas o bien transformándose en trapos de cocina, fregonas…después de un proceso de reciclado donde se quita la carga tóxica que llevan sus tintes, entre otras medidas.

En ese proceso se estaba trabajando, pero con la llegada de la pandemia, Cáritas se vio obligada a paralizar todo el proceso. En este momento actual, seguimos con la restricción para recoger ropa, enseres, etc. El proceso ha cambiado, hay que tratarla, dejarla en cuarentena y luego procesarla. Además, la nave de reciclado está sobresaturada, por lo que, momentáneamente, no hay posibilidad de más almacenamiento.

Por esta razón, pedimos paciencia a los ciudadanos y ciudadanas que quieran llevar la ropa a nuestros puntos de recogida y rogamos que, si les es posible, la mantengan hasta que podamos volver a trabajar con ella de manera fluida.

En cuanto este problema se solucione, o al menos se atenúe, lo comunicaremos con la debida diligencia y difusión para que nuestros convecinos vuelvan a poder seguir reciclando su ropa o calzado. Mientras tanto, se ruega paciencia y comprensión por parte de la población.

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Queridos hermanos sacerdotes:

La pandemia del coronavirus nos ha obligado a vivir recluidos en nuestras casas y a reducir la actividad ministerial a lo más esencial y urgente. La Santa Sede permitió a los obispos aplazar la Misa Crismal al momento en que pudiéramos celebrarla con la solemnidad que merece y, sobre todo, con la participación del presbiterio, ya que es una eucaristía estrechamente unida a nuestro ministerio. En ella renovamos las promesas sacerdotales, y realizamos la bendición de los óleos y la consagración del crisma que confieren la salvación de Cristo a quienes ungimos en su nombre. En este tiempo, hemos comprobado una vez más cuánto conforta la oración por los enfermos y la tristeza que produce en los cristianos que se enfrentan a la muerte no poder recibir el consuelo de la unción de enfermos y la compañía del viático.

Sabemos que no hemos estado solos y que Dios siempre está presente en la vida de los hombres. Nunca sufrimos ni morimos abandonados por él. Pero necesitamos de los signos que nos lo hagan sentir cercano. La Misa Crismal es una ocasión extraordinaria, porque en ella, como ministros de Cristo y de su Iglesia, nos afianzamos en la necesidad de nuestro ministerio y en la certeza de que Dios no quiere la muerte sino la vida, y nos conforta en la fragilidad de nuestra condición humana. Dios nos unge con su misericordia y nos sana con su acción sacramental. Él nos confía su propio ministerio para que podamos aliviar el dolor de los que sufren, fortalecer a los débiles y sostener con su gracia a los que pasan por el trance de la muerte.

Celebraremos la Misa Crismal en la catedral el lunes, 22 de Junio, a las 11:30 y nos atendremos a las normas sanitarias que estén vigentes en ese día. En la eucaristía tendremos presentes a nuestros hermanos sacerdotes, miembros del presbiterio diocesano, que en este tiempo han pasado a la casa del Padre. Dado el carácter singular de esta misa, que se celebra litúrgicamente el día de Jueves Santo, daremos gracias a Dios por nuestro ministerio y rogaremos al Señor que termine esta pandemia para que podamos volver a los quehaceres de la vida dando gracias a Dios y sirviendo a los hermanos.

Que el Señor nos bendiga y Nuestra Señora de la Fuencisla nos defienda de todo mal con su protección maternal.

Con todo mi afecto en el Señor.

+ César Franco
Obispo de Segovia

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Este año celebrar el Día de Caridad tiene un sentido diferente y especial.

La pandemia mundial que ha generado el coronavirus nos ha obligado a disponer de nuestras vidas de una forma inimaginable hace tan sólo unos meses. Los hábitos cotidianos, la forma de relacionarnos y la gestión de nuestras emociones nos han desbordado. La enfermedad, la muerte de nuestros seres queridos y el aislamiento, han dejado paso a la inseguridad económica y laboral, a la falta de recursos básicos, a la pérdida de empleo o a los ERTES. Emerge una sociedad mucho más frágil y vulnerable con una hoja de ruta más llena de incertidumbres que de certezas.

Sin embargo, es desde esta fragilidad desde donde hemos visto brotar miles de gestos solidarios llenos de caridad, de ese amor gratuito que nace del corazón de forma libre y desinteresada, sin esperar nada a cambio. La experiencia vital nos ha hecho reaccionar ante el sufrimiento y el dolor compartido y nos ha empujado a rescatar nuestro sentido de identidad y pertenencia. Aquello que otras veces se nos olvida y nos arrastra hacia el egoísmo y la individualidad, hoy nos ha posicionado en lo comunitario, en priorizar el bien común que nos identifica como seres vivos: la protección y defensa de la vida.

Como Iglesia, como comunidad cristiana, tenemos el reto de acompañar y cuidar la fragilidad y también cultivar la solidaridad emergente para que no se quede sólo en una reacción ante la amenaza compartida sino en una forma nueva de ser y estar en el mundo.
En este nuevo tiempo se hace aún más imprescindible celebrar la vida y el encuentro, alabar y dar gracias a Dios, porque Jesús, el Señor, se ha quedado con nosotros y nos invita a sentarnos a la mesa para hacernos pan y vino como Él y compartir lo que somos, todos los dones que conforman nuestro ser para ponerlos al servicio de los demás y de su fragilidad, que también es nuestra.

El poder de cada persona. Cada gesto cuenta.

Tenemos grandes retos por delante que no podemos abordar solos, ni como individuos ni como organizaciones de forma unilateral. Necesitamos dibujar juntos nuevos escenarios de vida y posibilidad para todos, y generar nuevos espacios de encuentro para sanar juntos.

Todas las personas que formamos parte de Cáritas, voluntarios y técnicos, las comunidades y grupos de las parroquias, las personas que participan en proyectos, las que se acercan puntualmente para pedir ayuda o para ofrecerla, las que realizan donativos, las que ven con buenos ojos nuestra labor y todas las que se sientan invitadas a reconstruir la sociedad de una manera nueva, todas juntas y cada una, tenemos el poder, la posibilidad y la oportunidad de cambiar y transformar nuestro estilo de vida de forma que refleje el ser y el hacer de Jesús.

De esta forma, celebrar el Día de la Caridad adquiere una nueva dimensión. Jesús llama a cada persona por su nombre y la invita a recorrer su camino en estos días de desolación e incertidumbre. No pretende ahorrarnos la cruz, pero quiere que le demos sentido y nos invita a abrazarla e integrarla en nuestra vida.

Y este camino no tenemos que recorrerlo solos, que es mucho más difícil. Nos invita a caminar con Él y con otros, como los de Emaús para que la carga sea más ligera (cf. Lc 24 13-35): tejiendo comunidades de esperanza donde se acoge y se escucha, donde se ora y se celebra, comunidades en las que hay encuentro y perdón, donde podemos sanar y hacernos cargo de los más frágiles, comunidades proféticas que toman partido y denuncian las injusticias. Comunidades inclusivas, espacios de acogida, donde cada uno se puede sentir como en su casa. Comunidades formadas por personas que realizan gestos sencillos, cotidianos, gratuitos, cargados de amor y de esperanza, capaces de reconstruir la vida.

 

Texto: Begoña Tardón
Fotografía: Antonio Tanarro

 

 

 

Aunque este año no habrá procesión del Corpus a causa de la pandemia, la Eucaristía merece que le prestemos toda la atención, pues sin ella la Iglesia no sería el Cuerpo de Cristo. Hay que recordar que la Eucaristía hace la Iglesia y la Iglesia hace la Eucaristía. Son dos realidades que se exigen la una a la otra, como se deriva de la enseñanza de san Pablo. Al comer todos del mismo pan formamos un solo cuerpo.

El Señor Jesús ha querido quedarse con nosotros de una forma misteriosa pero real: sabemos que vive entre nosotros de muchas maneras, pero especialmente mediante el sacramento de la Eucaristía que prolonga en la historia su auto-donación. El se ha dado de una vez por todas en el sacrificio de la cruz y se sigue dando en su presencia sacramental, que constituye el gran tesoro que custodia la Iglesia. Quizás nos hemos acostumbrado a ello, y lo valoramos poco. En este tiempo de pandemia, muchos cristianos echan de menos comulgar, participar en la mesa del Señor. Es muy buena señal de la autenticidad de su fe y de la importancia que tiene la Iglesia que celebra la Eucaristía.

La Eucaristía es signo del amor de Cristo que nos ha amado hasta el extremo, dando la vida por nosotros. De ahí que sea también el estímulo para la caridad con los pobres y necesitados. En este tiempo de pandemia estamos llamados a partir el pan con los hermanos nuestros que padecen y padecerán la crisis económica. La vida cristiana es comunión de bienes espirituales y materiales. Participar en la mesa de Cristo lleva consigo participar en la mesa de los pobres y atender sus necesidades como si fueran las nuestras propias. La caridad, que brota de la Eucaristía, es el signo de la fe cristiana, sin el que todo lo demás podría quedar reducido a una doctrina desencarnada de la vida. En una familia, cuando hay necesidad, todos intentan aliviarla, socorrerla. En la Iglesia no podemos cerrar los ojos a las necesidades de los demás si celebramos de verdad la fracción del pan como decían los primeros cristianos.

Quiero exhortar a la comunidad diocesana a vivir en continua acción de gracias por el don que Cristo nos ha hecho de su Cuerpo y de su Sangre. Que no celebremos el memorial del Señor de manera indigna, bien porque no lo apreciamos como merece o bien porque no vivimos en plena comunión y coherencia con él. San Pablo tuvo que llamar la atención a la comunidad de Corinto porque lo que hacían, según la mente del apóstol, ya no era celebrar la Cena del Señor. Se habían desviado de la tradición recibida de Cristo. Y podemos desviarnos de dicha tradición por tres actitudes: 1) Por no confesar la verdadera fe en el sacramento; 2) por recibirlo de manera indigna, sin las debidas condiciones ; 3) por no vivir en consonancia con su significado, es decir, con una vida a semejanza de la de Cristo.

Este año la procesión del Corpus no se realizará por nuestras calles, pero el Señor sigue pasando por ellas en nuestros hermanos que sufren necesidad y piden de comer, están desnudos o padecen cualquier tipo de pobreza. Os invito a purificar nuestra mirada y saber descubrir, como hacemos en el pan consagrado, la presencia del Señor en el «signo» de los que reclaman nuestra atención. Se ha dicho que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo que peregrina en la historia. Pues bien: seamos nosotros ese Cuerpo que sigue peregrinando en nuestro mundo. Aliviemos el sufrimiento de nuestros hermanos y honremos, como decía san Juan Crisóstomo, al Cristo que vive y se hace presente en los pobres con el mismo honor que le veneramos en nuestros altares. Nuestra Iglesia será entonces más auténtica, más misionera, más cristiana. Habrá purificado su mirada y enardecido el corazón.

 

+ César Franco
Obispo de Segovia

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Cerca del 60% de los alumnos de la escuela pública eligen esta asignatura entre Infantil y primero de Bachillerato. Además, 56 docentes imparten la materia en dedicación exclusiva en la red pública.

Un total de 11.755 alumnos (el 63.8% del total), cursan la asignatura de Religión y Moral Católica en los centros públicos y concertados de la Diócesis de Segovia. En concreto, son 8.825 alumnos en la escuela pública (cerca del 60% del total) y 2.930 en la concertada. Datos que aporta la Delegación de Enseñanza de la Diócesis y recogidos de los centros públicos y concertados de la provincia. En toda Castilla y León, son cerca de 195.000 alumnos los que eligen esta asignatura, es decir, un 72.1% del alumnado entre Infantil y primero de Bachillerato.

De otra parte, solo en la red de centros públicos de la provincia de Segovia hay un total de 56 profesores que imparten la asignatura de Religión y Moral Católica, que han accedido a su plaza por reunir las condiciones académicas y legales establecidas en los acuerdos Iglesia-Estado. Además, hay que añadir los 32 docentes que imparten esta materia, junto con otras asignaturas, en los centros concertados. En el conjunto de la región, son 640 los profesores dedicados, en exclusiva, a la impartición de esta asignatura.

Todos los centros de Castilla y León están obligados a ofrecer a los padres la posibilidad de inscribir a sus hijos en la asignatura de Religión, siendo la confesional católica la que resulta mayoritariamente elegida, pero existiendo la posibilidad de optar por otras religiones que tienen convenios con el Estado. Es por tanto de libre elección para las familias, pero de obligada oferta para los centros, que deben hacer visible la posibilidad de optar por esta asignatura en los modelos de matriculación.

Los datos de la encuesta realizada por las diócesis de Castilla y León demuestran la extraordinaria salud de una asignatura que por desgracia se ve sometida con cada cambio de gobierno al debate político, pero que permanece en la práctica escolar muy activa porque las familias siguen demandándola año tras año de manera mayoritaria.

Campaña #ReliEsMás

Recientemente, las delegaciones diocesanas de enseñanza de Castilla y León han promovido un movimiento en redes denominado #ReliEsMas que ha alcanzado una destacada visibilidad al conseguir ser tendencia en Twitter. Los más de 100.000 impactos alcanzados en las dos últimas convocatorias digitales han expresado el deseo de que esta asignatura sea contemplada en la próxima Ley en línea con los modelos educativos europeos, disfrutando de una carga lectiva suficiente, con alternativa curricular para los que no la elijan y con plena evaluabilidad académica.

Todas estas reivindicaciones no son de entrada atendidas en la propuesta legislativa de la ministra Celaá, por eso desde este colectivo se considera que, de prosperar la futura ley, se distorsionarían los legítimos intereses de una parte importante de la sociedad civil puesto que se impone sin el consenso de la comunidad educativa y se tramita con nocturnidad y alevosía. De la misma manera, denuncia este movimiento en red que la ley nacería amortizada porque se diseñó en un contexto pre-COVID que ya nada tiene que ver con el nuevo paradigma escolar que nos espera.

La asignatura de Religión puede cursarse en los niveles de Infantil, Primaria, Secundaria y Bachillerato. La carga lectiva es de una hora semanal en Infantil; una hora y media de 1º a 3º de Primaria; una hora de 4º a 6º de Primaria; una hora en 1º, 3º y 4º de Secundaria y dos horas en 2º de este mismo nivel. En Bachillerato se ofrece solo en 1º y con una carga lectiva de dos horas semanales. En algunas otras comunidades autónomas la oferta también se hace en 2º de Bachillerato, pero no es el caso de Castilla y León.

Los alumnos que no cursan Religión tienen como alternativa la asignatura llamada "Valores sociales y cívicos" en Primaria y "Valores éticos" en Secundaria. En Bachillerato se pueden elegir otras tres asignaturas optativas.

Las delegaciones diocesanas de enseñanza animan desde aquí a las familias a matricular a sus hijos en clase de religión, una actividad académica diferente a la catequesis y que proporciona herramientas culturales para la comprensión de la cultura occidental.